Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorEstos dos términos van unidos en muchas ocasiones y a veces se utilizan indistintamente. Una acción que pasa desapercibida para la mayoría de la población, ya que en el contexto de la conversación se entiende a qué hacemos referencia, pero no significan lo mismo.
Para entender la diferencia, hay que ver a cada patología individualmente:
Respecto a la artritis, en esta enfermedad las articulaciones son las protagonistas, a las cuales afecta a un nivel más general. Tanto si se trata de una artritis reumatoide como de una infecciosa, es habitual mostrar fiebre o cansancio, debidos a la reacción del sistema inmune ante la enfermedad.
La artrosis se trata de una degeneración crónica del cartílago situado entre las articulaciones. Este cartílago es el encargado de evitar el roce de los huesos. Por ello, al irse desgastando, se pierde flexibilidad en las articulaciones, además de que los huesos se rozan los unos con los otros produciendo un dolor muy agudo. Esta degeneración puede afectar a muchos cartílagos, pero las zonas más afectadas son las manos, las rodillas, las caderas, la columna y los pies. En concreto son las articulaciones que más movimientos y trabajos tienen en el día a día.
El factor principal de la artrosis, por tanto, es el desgaste. Se produce habitualmente cuando las personas llegan a la vejes, o en aquellas que han realizado muchos esfuerzos, de manera constante, en sus articulaciones: trabajos repetitivos o deportistas de élite. En ambos casos este desgaste se acelera.
A diferencia de la artritis, la artrosis se limita a presentar solamente dolor articular. Además, este dolor es diferente al del de la artritis ya que cuando las articulaciones están en reposo, éste mejora en lugar de mantenerse permanente. Si en la artritis las articulaciones se mostraban hinchadas, enrojecidas o calientes, en el caso de la artrosis no se da ninguno de estos síntomas, pero sí es frecuente oír crujidos al moverse.
A diferencia de la artritis, donde al haber una causa autoinmune o infecciosa las analíticas pueden ayudarnos a detectar la enfermedad, en el caso de la artrosis son los síntomas articulares la clave para diagnosticarla. Y es que estas pruebas las realizará un profesional sanitario para encontrar la causa del problema. Guiándose con la exploración física y el cuadro cínico que describa el paciente será suficiente, aunque podría realizar también una prueba radiológica en algunos casos.
La artrosis se trata de una degeneración para la cual no existe una cura. Sin embargo, sí se puede trabajar para prevenirla y para, una vez que la padecemos, frenar el daño en la articulación y disminuir el dolor. Entre las principales medidas se recomiendan el reposo, el ejercicio suave, y, sobre todo, evitar la obesidad ya que multiplica el esfuerzo que deben realizar las articulaciones en cada movimiento, así como el uso de analgésicos o antiinflamatorios si el dolor es muy intenso.