Mariola Báez
Avances
Los avances recientes en el tratamiento farmacológico del párkinson
Aunque la enfermedad requiere terapias diversas, los medicamentos siguen siendo imprescindibles
Encontrar fármacos cada vez más efectivos a la hora de controlar las manifestaciones propias del párkinson, como pueden ser la rigidez muscular, los temblores o la dificultad general en el movimiento, y que además sean medicinas que presenten cada vez menos efectos secundarios, es el objetivo en el que se centran las actuales investigaciones que persiguen combatir una enfermedad que, se calcula, padecen en España más de 160.000 personas.
Como señala la Asociación Párkinson Madrid (@ParkinsonMadrid), hablamos de una dolencia crónica, que parte de un proceso neurodegenerativo multisistémico que deriva en síntomas muy diversos, muchos de ellos relacionados con el aparato locomotor.
¿Cómo actúan los fármacos contra el párkinson?
Los distintos tratamientos con los que actualmente se hace frente a la enfermedad incluyen terapias muy diversas, desde las ocupacionales, hasta los novedosos Ultrasonidos Focalizados de Alta Intensidad (HIFU). Todos resultan esenciales para tratar las manifestaciones que puede presentar la enfermedad.
Cada paciente requiere un tratamiento individualizado, capaz de centrarse en los síntomas concretos, pero, en general, los expertos coinciden en la necesidad de profundizar en investigaciones que persigan medicamentos cada vez más efectivos a la hora de frenar el deterioro de las células implicadas en el movimiento.
La clínica Universidad de Navarra (@ClinicaNavarra) explica que, en la actualidad, existen cuatro grupos de fármacos que se utilizan en el tratamiento del párkinson, dependiendo de las características y síntomas de cada paciente. Muchos de los medicamentos habitualmente utilizados se basan en el uso y el control de la dopamina a la hora de tratar los síntomas motores. Resultan efectivos, por ejemplo, cuando el objetivo es frenar las distonías (contracciones musculares involuntarias), pero ademas recientes estudios se centran en los beneficios que medicamentos basados en la acción de los estrógenos podrían tener a la hora de mejorar el movimiento en las personas que sufren la enfermedad.
Las terapias genéticas también son un campo abierto a la investigación y a la posibilidad de nuevos fármacos. De momento, los medicamentos basados en el uso de la apomorfina, de rápido efecto y especialmente útil en aquellos casos en los que la enfermedad provoca situaciones de bloqueo temporal de movimientos, sigue dando buenos resultados, aunque cada vez son más las alternativas que continúan en estudio, abriendo nuevas vías de para un futuro prometedor.