Álvaro Valdés
Avances
Desarrollan un biosensor que identifica si un alimento fresco está en buen estado
Cambia de color y está hecho a partir de desechos alimentarios de naranja sanguina y de remolacha
El Grupo de Análisis de Polímeros y Nanomateriales (Nanobiopol) de la Universidad de Alicante (UA) ha desarrollado una tecnología que mejora el envasado de alimentos aprovechando los desechos de la industria agroalimentaria. Se trata de un biosensor colorimétrico, es decir, que cambia de color, a partir de residuos de remolacha y de naranja sanguina, propia de la Comunitat Valenciana y con una producción de desperdicios anual de una tonelada.
Este nuevo material inteligente y biodegradable es una película (piel delgada y delicada) transparente que tiene la capacidad de actuar como sensor y ofrecer al consumidor una información adicional sobre el estado del alimento envasado, según ha informado la institución académica en un comunicado.
"Cuando un producto rico en proteínas se empieza a descomponer cambia su estructura química y se forman unos compuestos volátiles nitrogenados en la atmósfera del envase, traduciéndose en un cambio de color del material diseñado", han explicado los investigadores de la UA María Carmen Garrigós y Alfonso Jiménez.
Los responsables del avance han señalado que los colores rojos o rosados iniciales indican que el alimento fresco se encuentra "en perfectas condiciones", pero si el sensor pasa a colores amarillos o verdosos es porque el producto está "en proceso de deterioro".
Solo con incorporar una pequeña pieza de este sensor en el envase que contenga el alimento, tanto las distribuidoras como los establecimientos que trabajan con productos frescos envasados o vendidos al peso pueden ofrecer al consumidor una garantía de seguridad alimentaria que complementa las fechas de consumo preferente, contribuyendo, además, a disminuir el desperdicio alimentario.
¡Un nuevo biosensor desarrollado por la UA indica si un alimento fresco está en buen estado para su consumo!
— Universidad de Alicante UA (@UA_Universidad) September 30, 2024
Este biosensor cambia de color, a partir de desechos de naranja sanguina y con una producción de residuos anual de una tonelada, y de remolacha. https://t.co/RTGOoasIHV pic.twitter.com/rejgjWOksq
Características
Los investigadores de la Universidad de Alicante han seleccionado la naranja sanguina y la remolacha por sus potenciales características químicas. En concreto, han obtenido extractos activos ricos en polifenoles, antocianinas o betalaínas, utilizando técnicas de extracción rápidas, sostenibles y eficientes basadas en microondas a partir de la cáscara y la pulpa de la naranja y del tallo y la piel de la remolacha.
En el caso de las naranjas sanguinas, son ricas en antocianinas, sustancias antioxidantes sensibles a los cambios de pH que permiten monitorizar la degradación de los alimentos ricos en proteínas tales como el pollo, el pescado o el marisco. Asimismo, también se han utilizado betalaínas, presentes en la remolacha, unas sustancias que también poseen un gran poder antioxidante y que responden tanto a los cambios de pH como a los cambios de la temperatura.
"En este último caso, si se rompe la cadena de frío durante el transporte de un alimento, el sensor detectaría si se ha producido un cambio de temperatura brusco que pueda alterar la calidad y seguridad del producto fresco", han señalado los investigadores de la UA.
Pruebas con langostino donde se pueden ver los cambios de color del biosensor (Página web: Universidad de Alicante)
El hallazgo de este sensor inteligente se enmarca en el proyecto 'Nuevos materiales multicapa para sistemas de envasado inteligente de alimentos con biosensores sensibles a pH (Multisens)', coordinado por las universidades de Alicante y Politècnica de València y financiado en la convocatoria 2020 de Proyectos de I+D+i de la Agencia Estatal de Investigación y el Ministerio de Ciencia e Innovación.
El grupo de investigación de Análisis de Polímeros y Nanomateriales de la UA se dedica al estudio de nuevos biomateriales procedentes de fuentes naturales y con características biodegradables. Desde su creación, el equipo de trabajo ha centrado sus esfuerzos en el desarrollo de nuevas formulaciones de sistemas activos para el envasado de alimentos y ha ido articulando un área de biopolímeros para contribuir a la reducción de diferentes tipos de residuos generados, contribuyendo a la economía circular.