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Un ictus es una alteración súbita de la circulación de la sangre al cerebro. La interrupción del flujo sanguíneo puede ser por el taponamiento o la rotura de una arteria cerebral.
Esto puede provocar la pérdida de alguna capacidad asociada a esa zona del cerebro. El tiempo de respuesta es muy importante, ya que se trata de una enfermedad aguda que afecta al cerebro y puede comprometer una o más funciones cognitivas, motoras y sensitivas, entre otras.
¿Cómo detectar un ictus en casa?
Entre las señales que deben poner alerta están la pérdida de fuerza o sensibilidad en un lado del cuerpo, problemas de expresión o de entendimiento, alteración de la visión, dolor de cabeza inusual y que se caiga un lado de la cara.
Cada año entre 110.000 y 120.000 personas sufren un accidente cerebrovascular en España, de los cuales en torno al 50% se quedan con secuelas discapacitantes o fallecen, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
El factor de riesgo más importante para el ictus es la edad, así como algunas patologías, como la hipertensión o la diabetes. También el sendentarismo o la obesidad. A estos factores de riego, ahora podríamos añadir uno más.
Según un nuevo meta-análisis dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (EE.UU.), el tipo de sangre de una persona puede estar relacionado con su riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular precoz.
Tipo A, más riesgo
Estos resultados han sido publicados en Neurology, que ha incluido todos los datos disponibles de estudios genéticos sobre ACV isquémico en adultos jóvenes. El equipo de científicos realizó este metanálisis de 48 estudios sobre genética y accidente cerebrovascular isquémico que incluyó a 17.000 pacientes con esta afección del flujo sanguíneo y casi 600.000 controles sanos que nunca habían experimentado uno.
Después analizaron todos los cromosomas recolectados para identificar variantes genéticas asociadas con un accidente cerebrovascular y encontraron un vínculo entre el ictus de inicio temprano, que ocurre antes de los 60 años, y el área del cromosoma que incluye el gen que determina si un tipo de sangre es A, AB, B o 0,.
De las personas con ictus, 5.825 tuvieron un ictus de aparición temprana y 9.269 tuvieron un ictus de aparición tardía. El ictus de aparición temprana se definió como un ictus isquémico ocurrido antes de los 60 años y el ictus de aparición tardía era mayor de 60 años.
Como conclusiones los invetsigadores creen que este modelo de predicción de FRT puede ayudar a informar la toma de decisiones compartida e identificar las características más relevantes en el entorno de emergencia. Aunque podría ser particularmente útil en entornos de atención médica de bajos recursos, es necesaria la incorporación de más variables multifacéticas para aumentar aún más el rendimiento predictivo.