Teresa Rey
Avances
La falta de sueño triplica los fallos de atención y aumenta el riesgo cardiovascular
Dos nuevos estudios han aportado novedades respecto a los efectos del mal descanso en la salud
Está demostrado que la privación de sueño de una forma continuada puede tener consecuencias negativas para la salud. En las personas mayores el insomnio es bastante frecuente, junto a otros trastornos como la apnea del sueño, la narcolepsia o el síndrome de las piernas inquietas. No dormir lo suficiente puede llevar a confusión y cambios mentales e incluso provocar la aparición de depresión. Todo esto se conoce y se ha investigado, pero recientemente se ha publicado un estudio en el que se especifica que la falta de sueño es más grave de lo que hasta ahora se había dicho.
Cuidado con la atención
La Universidad Estatal de Michigan (Estados Unidos) es la que se ha encargado de desarrollar este informe, considerado como uno de los más grandes realizado hasta la fecha, y se ha publicado en la revista Journal of Experimental Psychology: General. Lo que ha demostrado básicamente es cómo la carencia de sueño afecta a la capacidad de una persona para seguir un procedimiento y mantener la atención.
Hasta ahora las investigaciones habían demostrado que ante esta circunstancia la atención era la única función cognitiva que se alteraba. Sin embargo, si bien es cierto que por ejemplo un médico que ha dormido mal puede dedicar su atención sin problemas a algo sistemático como tomar las constantes vitales de un paciente, este he estudio ha constatado que cuando ha de efectuar un procedimiento completo que implica varias tareas, es mucho más peligroso. ¿Por qué? Porque la probabilidad de cometer errores de mantenimiento se duplican, y la cantidad de fallos de atención se triplican.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores reclutaron a 138 personas para participaron en la evaluación del sueño nocturno. De ellas, 77 permanecieron despiertas toda la noche y 61 durmieron en casa. Los miembros de ambos grupos realizaron dos tareas cognitivas separadas por la noche: una que midió el tiempo de reacción a un estímulo y otra que evaluó la capacidad de un participante para mantener su lugar en una serie de pasos sin omitir o repetir cada uno, incluso tras interrupciones esporádicas. Luego, se repitieron ambas tareas por la mañana para ver cómo la falta de sueño afectaba a su resultado.
"Después de que el sueño fuera interrumpido, hubo una tasa de error del 15% por la noche y vimos que la tasa de error aumentó alrededor del 30% para el grupo privado de sueño a la mañana siguiente. Las puntuaciones matutinas de los voluntarios que había dormido bien fueron similares a la noche anterior", han indicado los expertos.
La conclusión, por tanto, es que existen una serie de actividades que se pueden hacer “en piloto automático”, que tal vez no se vean afectadas por la carencia de sueño, pero hay otras en las que sí da lugar a “déficits generalizados en todas las facetas de la vida”. Así pues, lo que han recalcado estos científicos es que las personas han de ser más conscientes de lo que supone dormir mal, ya que no se le suele dar la importancia que se debería, y es algo que tendríamos que tener en cuenta por ejemplo a la hora de conducir especialmente si hemos pasado una mala noche. En las personas mayores, se han de añadir además otros elementos característicos asociados al envejecimiento y que implican la merma de algunas capacidades.
El nivel socieconómico
Otro estudio ha vinculado la falta de sueño como una de las principales razones para padecer patologías cardíacas en personas con bajos recursos económicos. Los responsables de este análisis pertenecen al Centro Universitario de Medicina General y Salud Pública en Lausana (Suiza) y aparece publicado en la revista Cardiovascular Research.
La investigación forma parte de un proyecto llamado “Lifepath” y ha reunido datos de ocho cohortes con un total de 111.205 participantes de cuatro países europeos. Se tuvieron en cuenta aspectos socieconómicos, así como el historia de la enfermedad coronaria y el accidente cerebrovascular.
La duración del sueño se clasificó como normal o recomendado, entre 6 y 8,5 horas; corto, 6 horas; y largo, más de 8,5 horas. Para estudiar lo que acontecía con el sueño insuficiente se utilizó una análisis de mediación, en el que se valoró la contribución de un factor intermedio, que en este caso era el sueño, a una asociación entre la exposición principal o estado socieconómico, y el resultado principal, que era la enfermedad coronaria o el accidente cerebrovascular.
Al final, lo que se ha deducido es que las personas adultas con ingresos más bajos viven una serie de circunstancias que contribuyen a que duerman peor. Así, por ejemplo suelen tener trabajos peor remunerados y necesitan jornadas de muchas horas para incrementar sus ingresos. Por otro lado, algunas de las personas con recursos escasos viven en entornos más ruidosos y en general padecen más niveles de estrés físico y emocional por su situación, factores todos ellos para que se tengan problemas de sueño y, por tanto, la salud cardiovascular se vea afectada.