Mariola Báez
Avances
¿Qué puede hacer la neuropsicología en la prevención y el tratamiento del Alzheimer?
Establecer marcadores cognitivos que contribuyan a un diagnóstico precoz es una de sus aportaciones
Así lo indica la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológicas (@Fund_CIEN), que explica que la neuropsicología es una disciplina científica centrada en diagnosticar y tratar las alteraciones cognitivas, emocionales o de conducta que surgen por alguna patología, bien funcional o bien estructural, que afecta al sistema nervioso central. Saber cuál es la relación que existe entre el daño que se produce en algún punto del cerebro y las manifestaciones propias de las distintas demencias es su objetivo.
¿El daño en el cerebro o los cambios conductuales?
Precisamente, lo que analiza la neuropsicología es esa conexión entre el deterioro neuronal y sus consecuencias apreciables, con un doble objetivo: prevenir o anticipar y rehabilitar, para mantener las funciones cognitivas, la independencia y la calidad de vida de una persona que sufre Alzheimer durante el máximo tiempo posible.
La Organización Mundial de la Salud (@OMS_es) recuerda que la demencia no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino un síndrome que implica el deterioro de múltiples funciones, cuyo número de personas afectadas va en aumento. Esta realidad hace que los investigadores centren su trabajo en todos aquellos campos que puedan contribuir al diagnóstico precoz del tipo de demencia más extendido: el Alzheimer.
Igual que se ha avanzado en el conocimiento sobre los cambios morfológicos y moleculares asociados a la enfermedad, especialmente gracias a la técnica de neuroimagen que, como explica la Fundación Alzheimer España (@AlzheimerEsp), ha permitido ver y estudiar esos depósitos o placas de sustancias amiloides que aparecen en el cerebro cuando la patología avanza; también la neuropsicología ha permitido conocer algo más sobre los procesos específicos que afectan al deterioro cognitivo y que pueden traducirse en manifestaciones diversas, desde la pérdida de memoria o la alteración en el lenguaje, hasta los cambios en el estado de ánimo y las conductas agresivas.
Técnicas de la neuropsicología en el tratamiento del Alzheimer
Tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de la enfermedad, son varias las disciplinas médicas que han de actuar de manera conjunta para obtener los mejores resultados. Un estudio en profundidad del historial clínico de cada paciente y un análisis detallado de la presencia de los considerados biomarcadores, es decir, aquellos síntomas fisiológicos observables son esenciales, pero también la valoración neuropsicológica es básica para obtener la necesaria información que diagnostique el posible deterioro cognitivo o el riesgo de sufrirlo.
Como recoge la Guía práctica para Profesionales que trabajan con enfermos de Alzheimer de la Fundación Reina Sofía, el neuropatólogo cuenta con una serie de técnicas que le permiten evaluar las funciones cognitivas, emocionales y ejecutivas de una persona, comparándolas con lo que sería el funcionamiento normal del sistema nervioso central. Se trata de pruebas y tests no solo útiles en la detección y tratamiento del Alzheimer, sino también en el de otras enfermedades, como pueden ser el Párkinson, otras demencias o incluso el daño cerebral derivado de un accidente cardio o cerebro vascular.
Desde el área de la neuropsicología se emplean herramientas como el Cuestionario Pfeiffer o el test del reloj, con los que obtener datos que permitan realizar la evaluación cognitiva; el Inventario Neuropsiquiátrico (NPI), para estudiar los cambios conductuales; o la Escala de Depresión Geriátrica (GDS). Toda la información obtenida refleja y mide numerosas manifestaciones de la demencia. Alteraciones en la memoria o en el lenguaje, agnosia, síntomas psicóticos, trastornos del sueño, cambios en la actividad motora o desorientación son solo algunas de ellas.
Los resultados de las distintas pruebas van a permitir a los especialistas no solo detectar cualquier posible anomalía sino, en caso de sufrir algún tipo de demencia, establecer un PAI (Plan de Atención Individualizada) que determine las terapias más adecuadas para lograr una mejoría o, al menos, frenar en lo posible el avance de la enfermedad.
¿Puede un algoritmo “predecir” el Alzheimer?
El diagnóstico precoz es el gran reto al que se enfrentan médicos e investigadores, en un intento de reducir las crecientes cifras de casos de demencia. En este sentido, el Proyecto Vallecas, desarrollado en la Unidad de Investigación del Centro Alzheimer de la Fundación Reina Sofía por investigadores de la Fundación CIEN, ha supuesto un gran avance en el logro de este objetivo, ya que ha permitido estudiar durante años los cambios experimentados en el cerebro sano de las más de mil personas, con edades comprendidas entre los 70 y los 85 años, que participaron voluntariamente en el proyecto.
Durante cinco años se ha realizado un exhaustivo seguimiento de la evolución del historial clínico y los cambios experimentados en el perfil cognitivo de los participantes, con el objetivo de avanzar a la hora de establecer esos biomarcadores que ayuden a diagnosticar la enfermedad, incluso años antes de que muestre sus primeras manifestaciones.
Los primeros resultados del estudio, presentados en la Cumbre Mundial sobre el Alzheimer de 2017 han supuesto un primer e importantísimo paso para establecer un modelo realmente eficaz a la hora de la detección temprana del Alzheimer. Quizás, ese algoritmo que permite conocer los factores de riesgo con una certeza "matemática" esté cerca.