Mariola Báez
Avances
Prevenir las caídas en personas que padecen párkinson, objetivo prioritario de recientes estudios
A medida que la enfermedad avanza, la movilidad se ve afectada y el riesgo de caídas aumenta
Como explica la Asociación Parkinson Madrid (@ParkinsonMadrid) esta enfermedad, provocada por un proceso neurodegenerativo y multisistémico que afecta al sistema nervioso, se manifiesta con síntomas muy diversos, muchos de los cuales inciden en el aparato locomotor.
Temblores incontrolados, lentitud de movimientos, inestabilidad o rigidez en músculos y articulaciones son algunos síntomas motores que pueden surgir a medida que la enfermedad avanza. Intentar conocer hasta qué punto inciden en ese mayor riesgo de caídas, para poder establecer las medidas que las eviten, ha sido el objetivo de un estudio centrado en las posibles opciones de monitorización en el hogar a la hora de prevenir caídas.
Las consecuencias de las caídas en el párkinson
En cualquier persona mayor una caída implica un riesgo importante de complicaciones para su salud, pero además, si se sufre párkinson, las posibles fracturas, como pueden ser las de hombro o de cadera, suponen un grave deterioro general y una pérdida de movilidad aun mayor. A esta evidencia hay que sumar el propio miedo a las caídas y sus consecuencias, un temor que, como señalan investigadores de la Universidad de Lund y Ulea, en Suecia, en un informe publicado por la revista BMC Geriatrics, está presente en el día a día en los enfermos de párkinson y provoca una sensación de vulnerabilidad que puede llegar a dificultar el desarrollo de sus actividades cotidianas.
El problema en estas situaciones está en la dificultad de cuantificar el riesgo de caídas (especialmente de aquellas que se producen en el propio hogar) que puede tener una persona que sufre párkinson. En este sentido, resulta especialmente interesante el estudio del que se hace eco la Federación Española de Párkinson (@ParkinsonFEP) llevado a cabo por investigadores de Estados Unidos y Países Bajos y que se ha desarrollado a lo largo de dos años y medio.
En el ensayo, en el que han participado más de 2.000 personas, algunas enfermas de párkinson y otras no, ha consistido en utilizar una serie de sensores wearables (que se llevan encima como una pulsera o un collar) para poder comprobar el riesgo de caídas. La idea ha permitido obtener valiosa información sobre número de caídas, situaciones en las que se producen, factores de riesgo, principales consecuencias… Como primera conclusión, el estudio confirma claramente que un adulto mayor que sufra párkinson tiene un mayor riesgo de caerse que otro que no lo padezca. Como segunda, y quizá más importante, es que este ensayo abre nuevas vías en el uso de esos mismos wearables, con fines preventivos que consigan reducir esas caídas, especialmente lesivas para una persona enferma de párkinson.