Mariola Báez
Avances
Quimioterapia: el reto de conseguir efectos secundarios menos agresivos
Lograr que los fármacos actúen solo en las células tumorales es el objetivo de estudios recientes
Hoy en día la quimioterapia sigue siendo uno de los métodos terapéuticos más empleados como tratamiento en los distintos tipos de cáncer. Tal como explica la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), su objetivo es destruir las células alteradas que componen el tumor para impedir que puedan dividirse (metástasis) invadiendo y afectando al resto del organismo.
Para lograrlo, se emplean una serie de fármacos quimioterápicos o citotóxicos que se administran al paciente vía intravenosa u oral. La quimioterapia ha demostrado su eficacia como tratamiento curativo o paliativo en distintos tipos de cáncer. Aumentar esa eficacia y conseguir, además, reducir (o eliminar) los efectos secundarios del tratamiento es el objetivo que siguen centrando muchas de las investigaciones y ensayos clínicos que se realizan en la actualidad
Los efectos secundarios de la quimioterapia
La mayoría de los fármacos citotóxicos que se emplean en la quimioterapia están pensados para destruir las células tumorales mientras se dividen. El problema radica en que su actuación no es selectiva, es decir, el fármaco también afecta, en mayor o menor medida, a células sanas del organismo. Explicado de manera sencilla, esta es la causa principal de los efectos secundarios que puede tener el tratamiento quimioterápico.
Náuseas y vómitos, caída del cabello (al verse afectadas las células que forman el folículo piloso), pérdida del apetito, cansancio… son algunos de los síntomas que pueden aparecer en los días posteriores a la sesión. Lo que se plantean los investigadores es fácil de entender ¿si pudiéramos hacer llegar los fármacos directamente al tumor para destruir las células enfermas sin que las sanas se viesen afectadas?
Un paso adelante en esa dirección podría suponer el último hallazgo realizado por investigadores del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Granada en colaboración con la empresa Bioserch, que han logrado crear bacterias magnéticas artificiales, inspiradas en las que existen en la propia naturaleza, que podrían ser ingeridas con los alimentos y servir para diagnosticar y tal vez tratar en un futuro distintas enfermedades, entre ellas algunos tipos de cáncer.
Las posibilidades de estas bacterias magnéticas artificiales abren nuevas vías de investigación, todas aún en fases experimentales, que se estudian a través de distintos proyectos, algunos llevados a cabo con la colaboración de la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA). La novedosa tecnología podría tener importantes aplicaciones biomédicas: desde obtener imágenes de resonancias magnéticas, hasta poder tratar directamente células malignas de modos diversos. Las investigaciones continúan y las aplicaciones, que tal vez lleguen a tener en unos años, podrían suponer avances importantes en enfermedades que en la actualidad se siguen combatiendo.