Toni Esteve
Salud
Baja visión, la nueva enfermedad de la vista que incapacita para la vida diaria
Un problema sanitario que se agravará en las próximas décadas
La “baja visión” es una afección en la que hay una reducción de la agudeza visual o del campo visual periférico que no puede corregirse por medios convencionales (gafas, lentes de contacto, medicamentos o cirugía), ya que la visión permanecería igualmente borrosa o distorsionada y continuaría interfiriendo con la capacidad de realizar actividades cotidianas como leer o escribir, entre otras.
Este nueva patología, derivada del estilo de vida propio del siglo XXI, ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS @WHO). Según la Unión Europea de Ciegos (@euroblind), el individuo afectado por baja visión tiene disponible una vista corregida inferior a 3/10 o un campo visual alterado. Cuando los adultos se ven afectados por esta afección, generalmente se debe a patologías como degeneración macular senil, retinopatía diabética, miopía alta, cataratas, retinita pigmentosa, glaucoma, queratocono y traumatismos.
Por su parte, la doctora Begoña Gacimartín, doctora en Ciencias de la Visión por la Universidad Europea de Madrid y directora del departamento de Formación y Baja Visión de la Clínica Oftalmológica Orduna de Madrid, explica en el Libro Blanco de la Salud Visual en España 2019, editado el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas (CGCOO @Cgcoo_es), que “para que exista baja visión, la condición (sistémica u ocular) que la produce debe afectar a los dos ojos, de modo que la agudeza visual tiene que ser igual o menor a 20/60, el campo visual igual o menor a 20º, y debe haber un resto visual útil”. La experta asegura que la población con baja visión en España y en toda Europa, mayoritariamente, son personas de más de 55 años, de ambos sexos, aunque con mayor prevalencia en el sexo femenino que el masculino (60% de mujeres frente al 40% de los hombres) que padecen fundamentalmente DMAE, glaucoma y retinopatía diabética.
Síntomas
Según el libro editado por el CGCOO, la baja visión se manifiesta de diversas maneras dependiendo de la patología que padezca el paciente, aunque los síntomas más comunes son pérdida de visión central; pérdida de visión periférica; alteración de la orientación y la movilidad; visión distorsionada; ceguera nocturna; deslumbramiento; fotofobia patológica; falta de adaptación a los cambios de luminosidad; alteración en el cálculo de las distancias; mala estereopsis y diplopia.
Las soluciones y medidas necesarias para las personas con visión parcial suelen ser bastante diferentes de las de las personas ciegas. El componente optométrico y oftalmológico de la rehabilitación visual incluye sistemas ópticos de aumento, la educación para el uso de otros dispositivos auxiliares y de visión residual y adoptar pautas de comportamiento como utilizar un suplemento de iluminación. En todo caso, el afectado no volverá a ver como antes, pero puede entrenarse para usar su vista de una forma más eficaz.
“Nos encontramos –afirma la doctora Gacimartín– ante un grave problema sociosanitario en el primer cuarto del siglo XXI que se agravará en las próximas décadas como consecuencia del envejecimiento poblacional y la comorbilidad de las enfermedades sistémicas y oculares”.
De ahí la importancia del asesoramiento especializado del óptico-optometrista, al que habría que visitar, incluso si no presentamos ningún problema en nuestra vista, cada dos años.