Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorEl aceite es una sustancia líquida que se extrae de diferentes semillas y frutos mediante diferentes procesos según los cuales se obtiene aceite refinado o aceite virgen, este último cuando el prensado en frío.
En el mercado podemos encontrar más de 14 tipos de aceite para cocinar, algunos más saludables que otros, y definidos según el origen de su extracción: de oliva, de colza, de girasol, de coco, de palma, de cacahuete, de soja, de lino, de sésamo etc.
Los más conocidos son de girasol, el de sésamo y el de oliva que es el que hoy nos ocupa. Y es que una cocina española no puede faltar el aceite de oliva virgen extra imprescindible en la dieta mediterránea y fuente de ácidos grasos monoinsaturados lo que lo convierte en uno de los condimentos más saludables para las personas con niveles altos de colesterol LDL (el malo).
Además, sus beneficios para la salud son reconocidos alrededor del mundo, ocupando cada vez más un espacio en aquellas cocinas que, por tradición, cultura o hábitos culinarios, usan la mantequilla o la margarina como sustitutivo del aceite de oliva.
Entre sus diferentes y variadas propiedades, el aceite de oliva facilita la digestión y el buen funcionamiento del tránsito intestinal, reduciendo los síntomas de estreñimiento. Además, produce menos acidez que otros aceites, como el de girasol, y favorece las secreciones gástricas lo que protege nos protege frente a posibles enfermedades gastrointestinales.
Debido a su composición química, el aceite de oliva aguanta más el calor, hasta 180-200ºC, lo que hace que a la hora de cocinar sea más resistente a las altas temperaturas y no se queme con facilidad, siendo el adecuado para freír, además, se impregna menos a los alimentos con lo que la fritura es menos calórica y conserva más el sabor de los ingredientes.
Al ser un alimento muy estable por su composición bioquímica, se puede reutilizar en varias frituras, filtrando primero los restos que hayan quedado en él y siempre y cuando no se haya sobrepasado el punto de humeo, es decir que no se haya quemado. Según la Organización de Consumidores y Usuarios, OCU (@consumidores), el aceite de la freidora se puede llegar a usar hasta en 25 ocasiones siempre y cuando lo hayamos conservado en condiciones óptimas. No obstante, en sartén, lo recomendable es utilizar siempre aceite nuevo, ya que sus propiedades van disminuyendo en cada uso.
Otro de los motivos por el que es bueno utilizar aceite de oliva virgen es que reduce el colesterol LDL (el malo) en sangre y aumenta los niveles del colesterol HDL (el bueno). Esto ocurre debido a los ácidos grasos monoinsaturados, presentes en el ácido oleico del aceite de oliva. De esta manera se favorece la circulación sanguínea, disminuye la presión arterial y previene las enfermedades vasculares.
Incorporar a la dieta aceite de oliva virgen extra, en la cantidad adecuada, reduce el pico glucémico en las personas con diabetes tipo 1 y a su vez, el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares derivados de la diabetes.
Es un complemento ideal para resaltar y potenciar el sabor de los alimentos y, a diferencia de otros aceites, aporta su aroma y sabor sin enmascarar o eliminar los del propio plato.
Existe una amplia gama de aceite de oliva virgen extra, procedentes de diferentes tipos de olivos que nos permitirá elegir el que mejor vaya en función de lo que tengamos que cocinar. Si a ello le añadimos que también existe una gran variedad de aceite de oliva virgen extra aromatizado con romero, pimiento, chili o trufa, entre otras, las posibilidades gastronómicas que nos ofrece el aceite de oliva virgen extra son infinitas.