La resistencia a los medicamentos es una de las diez principales amenazas a los que se enfrenta la salud pública, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, según los datos que manejan, en 2022 entre un millón y un millón y medio de los fallecimientos estuvieron vinculados con esta problemática. Pero esto no es todo, y la OMS alerta de que esta cifra podría llegar a los 10 millones de muertes en 2050.
Teniendo en cuenta estas cifras, un grupo de científicos de la Universidad de Harvard ha publicado en la revista Scienceun hallazgo que podría cambiar esta situación. El equipo, liderado por Andrew Myers ha desarrollado un nuevo antibiótico muy eficaz contra los mecanismos de resistencia a los antimicrobianos (agente que mata microorganismos o detiene su crecimiento).
En concreto, el estudio explica como el compuesto sintético, cresomicina, es capaz de matar muchas cepas de estas bacterias resistentes a los medicamentos, incluidas la Staphylococcus aureus, que es la responsable de enfermedades como la neumonía y la meningitis, o la Pseudomonas aeruginosa.
"Aunque todavía no sabemos si la cresomicina y medicamentos similares son seguros y eficaces en humanos, nuestros resultados muestran una actividad inhibidora significativamente mejorada contra una larga lista de cepas bacterianas patógenas que matan a más de un millón de personas cada año, en comparación con las clínicamente aprobadas antibióticos”, explica Myers en The Harvard Gazette.
Al parecer, esta nueva molécula puede unirse a los ribosomas bacterianos que son los encargados de controlar la síntesis de proteínas. Esto es muy importante porque los antibióticos son capaces de altar esta función ribosómica, y algunas bacterias han desarrollado mecanismos de protección, impidiendo que los medicamentos tradicionales funcionen.
Para desarrollar esta molécula nueva, el equipo se ha inspirado en las estructuras químicas de las lincosamidas, una clase de antibióticos que incluyen la clindamicina, que se elabora mediante semisíntesis. Lo que diferencia a esta molécula es que es completamente sintética y presenta modificaciones químicas.
"El ribosoma bacteriano es el objetivo preferido de la naturaleza para los agentes antibacterianos, y estos agentes son la fuente de inspiración para nuestro programa. Al aprovechar el poder de la síntesis orgánica, casi solo estamos limitados por nuestra imaginación a la hora de diseñar nuevos antibióticos", explica Ben Tresco, estudiante de la Escuela de Graduados en Artes y Ciencias Kenneth C. Griffin y uno de los coautores del estudio.
¿Por qué resisten las bacterias a los antibióticos?
Tal y como explican los autores, las bacterias desarrollan esta resistencia a los antibióticos que están dirigidos a los ribosomas mediante "la expresión de genes que producen enzimas llamadas metiltransferasas de ARN ribosomal". Estas enzimas son capaces de bloquear los componentes del fármaco que se diseñan para alterar el ribosoma.
Para evitar que esto ocurra, el equipo diseño el compuesto con una forma rígida que se agarre más fuerte al ribosoma, y este fármaco puede cumplir su objetivo sin gastar la energía que gastan los medicamentos ya existentes.
"Los antibióticos forman la base sobre la que se construye la medicina moderna. Sin antibióticos, no se pueden realizar muchos procedimientos médicos de vanguardia, como cirugías, tratamientos contra el cáncer y trasplantes de órganos", concluye otro de los coautores, Kelvin Wu.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.