Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa hipertensión arterial es la elevación crónica de la presión arterial por encima de valores consensuados como normales (140 mm Hg para la sistólica o máxima, y 90 mm Hg para la diastólica o mínima). El principal problema para su detección es la ausencia de síntomas, aunque esté en valores elevados. Cuando se padece tensión arterial alta, la principal consecuencia se traduce en un endurecimiento de las arterias a medida que soportan la alta presión de forma continuada, ya que al hacerse más gruesas dificultan el paso de la sangre en su interior. La hipertensión, a su vez, es un indicador de un riesgo cardiovascular mayor, siendo un riesgo que suele desencadenar problemas cardiacos (infarto, angina o insuficiencia cardiaca), problemas renales (insuficiencia renal) o cerebrales (hemorragia o infarto cerebral).
Las causas de la hipertensión aún no se han determinado de forma específica, aunque se asocia a factores como la obesidad, el consumo excesivo de sal y de alcohol, el uso de anticonceptivos orales, el consumo de tabaco y un estilo de vida demasiado sedentario. Por separado, existen de factores de riesgo no modificables, como son los antecedentes familiares, la edad, el sexo y la raza.
Tal y como indica la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon), la presión arterial se eleva con la edad, sin embargo, las cifras de presión arterial deben mantenerse dentro de rangos normales a todas las edades para disminuir el riesgo de complicaciones cardiovasculares, sin embargo en pacientes de más edad podemos tener una presión hasta 150 mmHg, valorándose individualmente.
Tal y como indica la Organización Mundial de la Salud, todos los adultos deberían medirse su tensión arterial periódicamente, ya que es importante conocer los valores. Si esta es elevada, han de consultar a un profesional sanitario. A algunas personas les basta con modificar su modo de vida para controlar la tensión arterial. A otras personas, estos cambios les resultan insuficientes y necesitan tomar medicamentos con prescripción médica.
En la mayoría de los casos la hipertensión no puede curarse, pero sí controlarse. En general, se tendrá que seguir un tratamiento de forma regular a lo largo de la vida con el fin de bajar la presión y mantenerla en valores estables. Las recomendaciones del médico, aparte de tomar una medicación específica para su control, van a ser indicaciones en los hábitos de cada uno: una dieta para perder peso, medidas para no abusar del consumo de sal y la recomendación de hacer ejercicio con regularidad.