Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa diarrea es un aumento en la frecuencia de las deposiciones, más de tres al día, acompañada de una disminución en su consistencia, causada por agresiones internas o externas al organismo. Con frecuencia la diarrea se soluciona sin necesidad de un tratamiento específico y la mejor forma de paliarla es siguiendo unos hábitos dietéticos que ayuden al cuerpo a reponerse.
Un cambio en nuestra dieta puede ayudar a aliviar los síntomas, así como beber muchos líquidos que contengan las sustancias químicas y los minerales clave para que no nos deshidratemos.
Una vez se ha iniciado un episodio de diarrea, deberemos seguir una dieta de líquidos claros: agua, té, zumos de frutas, caldos suave, o gelatinas evitarán que los intestinos trabajen demasiado y ayudarán a prevenir la irritación. Por ejemplo, los caldos de nabos, zanahorias y cebollas ayudan a desinflamar el sistema digestivo. El caso es que los líquidos claros dejan poca o ninguna comida en el tracto digestivo, que es la parte de su cuerpo que descompone los alimentos para su absorción y generar energía. De forma que facilitamos esta absorción de nutrientes mientras nos hidratamos.
Este tipo de dieta dejará reposar al sistema digestivo dándole poco trabajo para que se recupere antes. Siempre que sea una dieta pobre en fibra, en grasas y sin irritantes.
A medida que podamos tolerarlos, introduciremos alimentos sólidos pero con poca fibra (mientras dure la diarrea, se recomienda evitar alimentos ricos en fibra porque estimulan el tránsito intestinal). Para reducir la fibra en la dieta, podemos elegir panes, pastas, cereales... elaborados con harina blanca. Así como el arroz blanco hervido, que gracias al almidón favorece el aumento de densidad de las heces. En cambio, evitemos las nueces, las semillas, y las legumbres, y comeremos menos frutas y verduras (aunque podemos tomar zumos licuados o manzana hervida y plátano, que aporta potasio y alimdón). En cualquier caso, si nos apetece un poco de verdura, mejor hervida: por ejemplo, una sopa de calabacín pelado, setas, apio cocido o patata hervida.
Para la ingesta de proteínas, podemos intentar comer carne magra de cerdo, pavo o pollo; o bien, huevos o tofu cocinados al horno, a la parrilla o al vapor, evitando platos pesados, grasosos o fritos.
También limitaremos el consumo de leche y productos lácteos que suelen ser difíciles de digerir. Y si decidimos probar la leche, el yogur o el requesón que sean bajos en grasa.
Generalmente el cuerpo nos indica qué es mejor tomar, ya que algunos alimentos nos apetecen y otros no tanto. Pero en cualquier caso, consumir alimentos poco saludables como las bebidas alcohólicas, gasificadas o con cafeína, y alimentos muy calientes o muy fríos pueden causar más irritación en el tubo digestivo.
Debemos hablar con el médico si la diarrea dura más de 3 días. También si tenemos señales de deshidratación, un fuerte dolor en el abdomen o el recto, fiebre alta, o heces con sangre o negras, tal y como indica la Fundación Internacional de Enfermedades Digestivas.