Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorAdemás de los saludos a distancia, las mascarillas y los geles a distancia, la COVID-19 ha traído otro hábito que se ha demostrado fundamental para no aumentar el número de contagios en nuestra comunidad: la ventilación.
Ventilar las casas, oficinas y todos los sitios cerrados es una de las medidas que ayuda a que el coronavirus no permanezca en la estancia y con ello aumenten las posibilidades de contagio. A veces podemos pensar que con abrir y ventilar la casa por la mañana o la noche es suficiente, pero hay que hacerlo cada dos horas y durante 10 minutos para que sea efectivo.
Y es que la ventilación externa siempre es mejor opción. Además de esta acción salen a relucir otras formas de mantener el aire en circulación y renovarlo: ventiladores, aire acondicionado, y filtros HEPA.
Para estos casos siempre habrá que ver las condiciones de las habitaciones en las que estemos. Las ventanas siempre serán un sí en mayúsculas porque son una garantía de que el aire se va a renovar. EN el caso de los ventiladores, su uso dependerá de si renueva o mueve el aire. Es decir, si facilita la salida de aire “usado” y la entrada del nuevo (por ejemplo, enfocándolo cerca de una ventana) se podrá utilizar. Si se trata de un espacio cerrado totalmente, su uso es contraproducente, ya que podría ayudar a mover las partículas en las que se alojan los virus.
Esta teoría puede llevarse a cuando pensamos que los aparatos de aire acondicionado nos ayudan en esta tarea de “limpieza”. Si el sistema de aire funciona introduciendo aire limpio del exterior, podría reducir el riesgo de transmisión del virus. Si es al contrario, podría contribuir a su propagación. Y es que el uso del aire acondicionado ha despertado un debate sobre si su uso permite filtrar el virus o no. Un tema que ha despertado polémica, sobre todo en verano debido a su mayor uso.
Por último, nos encontramos con los filtros HEPA. Se tratan de filtros que, mirados al microscopio, se componen de una maraña de fibras que retienen las partículas de un tamaño de hasta 0,1 µm (un micrómetro es la milésima parte de un milímetro). En este caso su uso es complementario al de las mascarillas, ya que no renuevan el aire, sino que lo filtran.