Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa deficiencia de lactasa es la deficiencia enzimática más frecuente en todo el mundo y se estima que afecta al 75% de la población. Su prevalencia varía ampliamente según la zona geográfica, con índices muy bajos en los países nórdicos europeos y que aumenta progresivamente hacia el sur de Europa, Oriente Medio, Asia y África. Según la Fundación Española del Aparato Digestivo (@saludigestivo) en España afecta a entre un 20 y un 40% de los españoles.
Cuando tomamos lactosa, ésta es degradada en el intestino gracias a una enzima llamada lactasa que desdobla la lactosa en azúcares sencillos eficazmente absorbidos en el intestino delgado. Si la producción de lactasa es insuficiente, cuando se toma lactosa ésta no se podrá absorber de forma adecuada en el intestino, provocando la aparición de molestos síntomas digestivos.
Desde la Asociación de Intolerantes a la Lactosa España (@lactosainfo), alertan que, aunque no se trata de un trastorno alimentario grave que ponga en riesgo la vida de las personas que lo sufren, sí condiciona seriamente su calidad de vida en varios aspectos, ya que las personas con intolerancia a la lactosa viven con preocupación situaciones tan cotidianas como ir al supermercado o a un restaurante, intentando detectar la lactasa “oculta” a evitar si no quieren sufrir molestos síntomas digestivos.
El problema es que no basta con olvidarse de tomar leche, yogur o queso, ya que son numerosos los alimentos y bebidas que contienen lactosa: los embutidos, bollería, cereales, chocolates, golosinas, cremas, salsas, conservas, panes, harinas, pastas, arroces, postres, platos precocinados... pueden contenerla, así como medicamentos, suplementos vitamínicos y dentífricos. También se utilizan derivados de la lactosa como edulcorante bajo en calorías para caramelos, chicles sin azúcar, galletas, helados, laxantes, así como en el proceso de elaboración de bebidas.
Los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa son dolor e hinchazón abdominal, gases, flatulencias, náuseas, vómitos y diarrea. Suelen aparecer entre 15 minutos y 2 horas después de haber ingerido alimentos con lactosa y pueden remitir entre 3 y 6 horas más tarde. También pueden producirse síntomas inespecíficos como abatimiento, cansancio, problemas cutáneos, falta de concentración, nerviosismo y trastornos del sueño. Pero la gravedad de la sintomatología varía dependiendo de la cantidad de lactosa ingerida y de la tolerancia individual.
La intolerancia a la lactosa se diagnostica con distintas pruebas, como el test de hidrógeno, la medición de glucosa en sangre tras la administración de lactosa o el test de la gaxilosa en orina; y el tratamiento consiste en adaptar la ingesta de lactosa hasta cantidades que no provoquen síntomas.
El tratamiento sustitutivo de lactasa representa el principal avance de la última década en el tratamiento de la intolerancia a la lactosa, avalado por la European Food Safety Authority (EFSA). Consiste en la administración de un suplemento de la enzima lactasa, de venta en que permite al organismo desdoblar la lactosa, evitando la aparición de los síntomas asociados, que debemos tomar justo antes de ingerir un alimento lácteo o cualquier otro alimento, medicamento, o plato elaborado que pueda contener lactosa en su composición. Tomar pastillas de lactasa podría permitir una dieta más flexible, aunque siempre es importante consultar con nuestro médico acerca de su empleo, ya que su uso no es apto para todo el mundo.