María Liébana
Las mujeres son más propensas que los hombres a desarrollar fibromialgia
La fibromialgia es un trastorno caracterizado por un dolor musculoesquelético generalizado. Este dolor viene acompañado de fatiga y problemas de sueño, memoria y estado de ánimo. Una enfermedad que se caracteriza por tener múltiples síntomas, como alteraciones cognitivas o trastornos del ánimo, entre los más frecuentes. Desde el año 1992 figura en el catálogo de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es una enfermedad más frecuente de lo que pensamos, pues afecta aproximadamente a un 2% de la población general apareciendo fundamentalmente en mujeres en la edad media de la vida. Muchas veces se habla de esta enfermedad como una dolencia silenciosa e invisible ya que no está acompañada de síntomas evidentes. Además, el dolor que experimenta un paciente con fibromialgia no está concentrado en un único, sino que suele ser un malestar y cansancio generalizado por todo el cuerpo.
Generalmente, los síntomas comienzan después de un evento concreto y localizado, como un traumatismo físico, cirugía, infección o estrés psicológico significativo. En otros casos, los síntomas se acumulan progresivamente con el tiempo, sin que exista un evento desencadenante.
La enfermedad produce una repercusión importante en la vida de las personas que la sufren. De hecho, en comparación con otras enfermedades crónicas, es un de las peores en cuento a la calidad de vida que deja a las personas que la padecen.
La vida con fibromialgia está llena de altibajos y desafíos, pero hay ciertas cosas que se pueden hacer para paliar el dolor y las molestias de la fibromialgia, y que están de nuestra parte.
Escucha a tu cuerpo
Muchas personas que padecen fibromialgia se enfrentan a diario con la fatiga en vez de descansar. La fatiga es la manera que tiene el cuerpo de hacerte saber que debes bajar el ritmo. Forzar el cuerpo y fatigarlo empeora los síntomas.
Haz un buen uso de tu energía
Cuando te sientas bien, haz lo que puedas durante todo el tiempo que puedas. Así evitas caer en la trampa mental del “no puedo hacerlo”.
No hagas más de lo necesario en tus “días buenos”
Intentar hacer demasiado cuando te sientes bien, puede desencadenar un brote. Es mejor fijarse pequeños objetivos que no pudiste hacer cuando te encontrabas indispuesto.
No te quedes sentado
El ejercicio físico de forma regular y adaptado a las necesidades de cada persona, como el yoga o pasear, mantienen a raya los brotes. Buscando siempre una intensidad que te haga sentir bien.
Mantén tu mente ocupada
Realizar cualquier actividad para mantener la menta ocupada reduce el estrés y evita la preocupación excesiva.
Mantén tus rutinas y actividades diarias.
La rutina hace que sea más fácil identificar tus niveles de energía.