Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorLa mayoría de los lectores habrán notado o visto alguna “calentura” en sus labios o alrededor de la boca. Estas calenturas o pupas son el nombre coloquial que reciben los herpes de tipo 1. Muchas personas se quejan de su aparición sin previo aviso, o de las repetidas veces que sufren sus efectos.
Como toda enfermedad, hay factores que están fuera de nuestro control, y otros que sí podemos poner en práctica para evitar, o al menos retrasar, este problema.
Lo primero que hay que saber es que el herpes normalmente se contagia o entra en nuestro organismo durante la infancia, utilizando las terminaciones nerviosas para ir hasta un ganglio y quedarse ahí para siempre.
Ese viaje lo hace en sentido contrario cuando el virus “despeirta” y recorre el nervio hacia la piel. Las personas se dan cuenta de ello ya que es el momento en el que la zona presenta las vesículas enrojecidas.
Aunque la mayoría de las personas comparten síntomas, éstos varían dependiendo de cada individuo. En ocasiones, en la misma persona, puede presentar síntomas diferentes dependiendo del brote. Por lo general antes de que se presenten las lesiones el herpes comienza con picor en los labios, hormigueo o sensación de ardor en los labios y zonas cercanas. Más adelanta aparecerán unas pequeñas ampollas o vesículas que formarán costras, para caerse y dejar la piel rosada.
Como se ha apuntado al principio, estos rebrotes no se pueden controlar, pero sí hay factores que pueden acelerar ese “despertar” del virus. Algunos son:
Si evitando estas situaciones no hemos podido frenar la aparición del herpes, te dejamos algunos consejos para que al menos desaparezcan antes o se ralenticen sus repeticiones:
Mantener una dieta sana y equilibrada: en ella las frutas y verduras nos proporcionarán las vitaminas A, B, C y E que necesitamos, así como minerales necesarios para mantener las defensas altas. Además, habrá que complementarlos con alimentos que protejan la flora intestinal.
Tener un buen sueño: Se acabó el dormir cada día horas diferentes. Hay que procurar dormir entre 7 y 8 horas, lo que nos ayuda a reforzar las defensas y combatir el estrés.
Ejercicio físico: Practicar deporte con regularidad refuerza el sistema inmune. Frente al estrés podremos practicar actividades como yoga, meditación o taichí.
Protección labial: No importa la época del año, siempre deberemos utilizar protección labial, así como protección solar. Y es que esta zona es una de las más expuestas al sol y de las más olvidadas cuando nos debemos proteger de él.
Si tenemos la mala suerte de ser los huéspedes de este invitado tan molesto, hay que resignarse a saber que no se irá más, pero sí que podemos hacer que su estancia sea de lo más tranquila posible y controlar en la medida de lo posible sus consecuencias.