Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorTodas las personas, al igual que las animales y las plantas, contamos con un reloj biológico, situado en el hipotálamo del cerebro, que permite sincronizar los procesos fisiológicos del cuerpo con los cambios ambientales, de luz o temperatura, por ejemplo.
A través de nuestros ojos, que detectan la luz, el cerebro recibe las señales para mantener sincronizadas todas las funciones del organismo. De este modo, nuestro reloj biológico produce un ritmo circadiano que responde, principalmente a la luz y la oscuridad.
Por ello, cuando realizamos el cambio horario nos sentimos desorientados durante unos días y podemos experimentar los efectos adversos del desfase horario cuando volamos en avión a países con otro horario y el reloj biológico de nuestro organismo no concuerda con la nueva hora local.
Nuevos estudios han demostrado que un ritmo circadiano saludable puede tener un impacto positivo en la salud. Mientras que los ritmos circadianos irregulares se han relacionado con varias afecciones médicas crónicas, como trastornos del sueño, obesidad, diabetes, depresión, trastorno bipolar y trastorno afectivo estacional.
En este sentido, la cronomedicina, que aplica los conocimientos de cronobiología al estado de la salud, está desarrollando estudios en genética, endocrinología, ecología, medicina del deporte y psicología; con interesantes hallazgos como que el cuerpo procesa el azúcar, la grasa y las proteínas de forma diferente según las horas del día; que determinados fármacos funcionan mejor si se toman por la mañana que se toman por la noche, o que puede haber un momento ideal del día para tomar decisiones, según el cronotipo personal de un individuo y su reloj biológico natural. El cronotipo es la predisposición natural que cada persona tiene de experimentar picos de energía o momentos de descanso según la hora del día, y es distinto en cada persona, de acuerdo con el Instituto Internacional de la Melatonina.
Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que la diabetes, la obesidad y otros trastornos metabólicos podrían estar relacionados con alteraciones de nuestro reloj biológico. Hace unos años, investigadores de la Universidad de California en San Diego descubrieron que una proteína llamada criptocromo ayuda a mantener la producción de glucosa en el hígado sincronizada con nuestro ayuno nocturno y nuestra alimentación durante el día.
Es un campo aún por explorar, pero conectarnos con la tierra y poner en marcha nuestro reloj biológico puede aportarnos múltiples beneficios. Para conseguirlo debemos seguir unas rutinas diarias y hábitos saludables.
El ciclo de sueño y vigilia debe acompasarse todo lo posible con el de la luz y la oscuridad; el ejercicio por la mañana favorece la regulación del reloj biológico; la hora de mayor rendimiento es al mediodía, cuando la temperatura corporal se acerca al pico diario; y debemos comer antes de las dos del mediodía y cenar antes de las nueve de tarde según expertos. Sin embargo, cada persona debe tener en cuenta sus inclinaciones naturales, siempre que no sufra alteraciones del sueño o cansancio.
Por último, cabe recordar que hay ciclos estacionales que también hay que respetar, como los cambios de temperatura. Es normal que pasemos calor en verano y frío en inverno, de lo contrario el organismo pierde la sensación de transcurso de estaciones y se altera.