Victoria Herrero
Cuídate
Vértigos y mareos en personas mayores: ¿hablamos de lo mismo?
Ambos conceptos pueden confundirse por las sensaciones de angustia y desequilibrio
Nuestro alrededor da vueltas, nos falta el equilibrio, nos cambia el color de la cara y notamos que todo se tambalea. Por suerte, al cabo de un par de segundos todo recuperar su normalidad.
Cuando nos encontramos ante una situación similar, puede que intentemos explicar que hemos sufrido un vértigo o mareo. Sin embargo, pese a que puedan parecer dos conceptos similares, tienen algunas diferencias que también se pueden aplicar cuando son las personas mayores las que sufren alguna de estas dos afecciones.
Las diferencias
En el caso de los vértigos, este trastorno se localiza sobre todo en un desequilibrio del oído, pero también puede deberse a los efectos secundarios de algunos medicamentos o bien por una lesión que tengamos en el cerebro. Como consecuencia, perdemos la noción del equilibrio, sentimos sudores, todo se mueve a nuestro alrededor, no comprendemos qué nos sucede y, en algunos casos, hasta el estómago responde en forma de náuseas.
Por su parte, cuando una persona mayor está sufriendo un mareo, se debe sobre todo a la alteración de la circulación sanguínea, pero también a una bajada de la tensión o un problema de las cervicales. Y cuando esto ocurre, tenemos una sensación desagradable, la vista se nubla y podemos sentir tal debilidad que incluso uno puede desmayarse.
En definitiva, tal y como explican desde Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (@SEORLCCC), “el vértigo es la sensación clara y evidente de que todo el entorno gira o se mueve violentamente. En cambio, el mareo es la sensación desagradable de inestabilidad, desequilibrio, con sensación habitualmente nauseosa que se agrava con los movimientos rápidos”.
¿Qué hacer en estos casos?
Cuando se confirma el diagnóstico y la persona mayor padece mareos ocasionales o tiene una afección más recurrente en forma de vértigos, es esencial que los especialistas médicos decidan el tratamiento farmacológico más adecuado; además de trasladar al paciente la importancia de adoptar algunos hábitos preventivos cuando se vean en este tipo de situaciones.
- Cuando empieces a sentir un mareo, intenta sentarte o apoyarte en una zona segura por si te caes o te desvaneces. Si puedes, coloca tu cabeza entre las piernas o ponlas en alto. De esta manera, la circulación comenzará a activarse regularmente por todo tu cuerpo.
- El mismo punto de apoyo que puedes buscar ante un episodio de vértigo que, en este caso, se puede repetir varias veces al cabo del día. Además de ubicarte en un lugar seguro, intenta mirar a un punto fijo, no lleves la cabeza hacia atrás y relájate por medio de una respiración pausada.