Victoria Herrero
Cuídate
La pérdida de apetito con la edad tiene un nombre: hiporexia
Una bajada significativa de peso o el rechazo a ciertos alimentos son señales de alarma
Con la edad, como apuntan desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), es común que se tenga menos apetito y se coma menos. Las necesidades físicas disminuyen, un estómago que no pide tanta comida como antes o ciertas patologías que hacen que la comida no sepa igual que antes y, por tanto, resulte menos atractiva.
Es lo que se conoce como la hiporexia, la pérdida gradual de ese interés por la comida, y por ende, del apetito. Incluso puede deberse a los efectos de ciertas enfermedades o situaciones de depresión como explican desde Sanitas (@sanitas_atiende).
Resulta especialmente grave esta sintomatología cuando la persona se encuentra enferma y sin fuerzas, ya que es precisamente el momento cuando más necesita comer para acompañar esa recuperación. Algo que se traduce en una pérdida de peso importante que puede llegar, en los casos más preocupantes, en una desnutrición severa del paciente.
Señales de alarma para advertir casos de hiporexia
Un día puede que no se tenga apetito o se coma menos de lo habitual y no pasa nada. Pero, si eso se traduce en una rutina, es momento de preocuparnos. Al igual que otros signos que nos pueden llamar la atención como una bajada excesiva de peso, un rechazo a alimentos que antes gustaban o que apenas prueben ni un bocado de la cena. Es entonces cuando es necesario consultar con un especialista médico.
¿Cómo actuar?
Una vez tenemos claro que se trata de un caso de hiporexia, lo que no se debe hacer bajo ningún concepto es presionar a esa persona a que coma a la fuerza si no quiere, ni tampoco regañarle o hacerle sentir culpable por una situación que él no ha provocado de forma deliberada.
La idea principal es comer menos pero más veces a lo largo del día, y siempre en cantidades algo más reducidas en cada caso. En esas comidas no pueden faltar los nutrientes que necesita una persona mayor: proteínas para no perder la masa muscular, hidratos de carbono para que le aporten energía, así como grasas saludables. Una buena idea es hacer un puré de verduras al que se ha añadido clara de huevo, pollo o quesitos.
Todo ello en platos que le resulten apetecibles, sean fáciles de masticar y tragar y no estén demasiado calientes. Incluso de vez en cuando se puede dar algún que otro capricho con alimentos o platos que prefiera ese paciente. Es importante durante todo este proceso hacer un seguimiento del peso para comprobar que este no baja más.