Mariola Báez
Cuídate
¿La sauna es beneficiosa o perjudicial para la salud de las personas mayores?
Descubre las ventajas y las posibles contraindicaciones de esta práctica basada en la termoterapia
La sauna es un baño de vapor o sudoración que se realiza en un recinto cerrado, en el que se logra alcanzar altas temperaturas. Como explica la Asociación Nacional de Balnearios (@BalneariosAnbal), no es exactamente un tratamiento, aunque puede considerarse una técnica complementaria al termalismo, que se lleva a cabo con fines estéticos y también terapéuticos.
Utilizar la acción del calor y los efectos que provocan las altas temperaturas en el organismo para incrementar la salud y el bienestar no es algo nuevo ni exclusivo de la cultura de Occidente. Basta retroceder unos cuantos siglos y recordar las termas romanas o los baños turcos, también conocidos como hamams, para encontrar el origen de esta práctica actual.
Tal y como la conocemos hoy en día, se trata de un pequeño habitáculo, generalmente de madera, donde se consigue elevar la temperatura por distintos medios y que procede de los países escandinavos, donde comenzó a utilizarse como método para contrarrestar las bajas temperaturas imperantes en el exterior.
¿Qué efectos provoca la sauna en el organismo?
En primer lugar, existen dos variedades: la llamada finlandesa o sauna seca, en la que se alcanza una temperatura media de entre 70ºC y 80ºC, con un grado de humedad variable que no suele superar el 20%; y la sauna húmeda o baño turco, donde la temperatura es inferior, unos 50ºC, y la humedad se eleva hasta el 90%.
En ambos casos, el primero de los efectos y el más evidente es la sudoración, que se produce en pocos minutos y de manera más o menos abundante. Lo que no apreciamos a simple vista es que el calor también provoca la dilatación de los vasos sanguíneos haciendo que la circulación sanguínea se reactive. El corazón bombea la sangre con mayor rapidez y el ritmo cardiaco se acelera. Los poros de la piel se dilatan y el vapor inhalado ayuda a despejar las vías respiratorias.
Según el tipo de sauna, existen variaciones en los efectos provocados, teniendo en cuenta principalmente el nivel de humedad ambiental. Por ejemplo, la húmeda resultaría más favorable a la hora de mantener en buen estado las mucosas nasales, mientras que la finlandesa podría provocar su mayor sequedad.
Pros y contras: ¿es buena para una persona mayor?
Está comprobado que la sauna desencadena una serie de reacciones físicas en el organismo que debes tener en cuenta, especialmente si existe alguna enfermedad o patología que la haga desaconsejable.
Que resulte beneficiosa o poco recomendable es algo que no depende de los años cumplidos, sino del estado de salud y de la posible existencia de dolencias concretas.
Como beneficios genéricos hay que destacar su capacidad a la hora de favorecer la eliminación de toxinas a través de la sudoración. Los poros se dilatan haciendo más fácil dicha depuración, pero ¡ojo! no hay que olvidar que con el sudor también nos deshacemos de sales minerales (electrolitos como sodio, potasio…) y eliminamos agua, es decir, nuestro nivel de hidratación desciende de manera notable y casi inmediata. Logicamente, para una persona mayor que presente desnutrición o deshidratación, una sauna de unos 15 o 20 minutos puede ser perjudicial.
La dilatación de los poros cutáneos resulta una excelente aliada a la hora de aplicar tratamientos de belleza posteriores. Cualquier sustancia aplicada en la piel tras a una sauna (cremas hidratantes o nutritivas, fangos, aceites esenciales…) multiplicará su capacidad para penetrar en la piel y, por tanto, su efectividad. Sin duda, a nivel estético, sus ventajas son más que notables.
En este sentido, la acción relajante del calor que se experimenta en una sauna también puede resultar muy beneficiosa a la hora de combatir problemas de estrés o ansiedad.
Sin embargo, no todo son efectos positivos. Si la piel presenta determinadas lesiones o patologías, la sauna puede resultar contraproducente. Es el caso de las personas que padecen rosácea o enrojecimiento cutáneo, especialmente en el área del rostro. La Fundación Piel Sana (@pielsana_aedv) recuerda que si se sufre esta alteración cutánea, esta práctica está desaconsejada. En determinados tipos de psoriasis, el calor también puede empeorar el estado de la piel.
Asimismo, especial cuidado deben tener las personas que padecen algún tipo de cardiopatía. Para aumentar la efectividad de la sauna, es normal finalizarla con algún tratamiento que incentive el contraste de temperaturas, algo que puede no ser lo mejor si la salud cardiovascular no está en condiciones óptimas. A este respecto, la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon) señala que, ante una enfermedad coronaria, es esencial evitar tanto las temperaturas extremas como los cambios bruscos de temperatura.
Por último, en cuanto a su capacidad para calmar el dolor articular, la consulta médica previa es esencial si existen dolencias de este tipo, ya que los posibles efectos beneficiosos van a depender de la patología concreta. El calor, en general, tiene efectos analgésicos pero, como indica la Sociedad Española de Reumatología (@SEReumatologia), hay que tener en cuenta que algunas dolencias, como la artritis reumatoide, presentan episodios agudos de inflamación. En estos casos, el calor no resultaría un alivio, sino que contribuiría agravar el problema.