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Algunas personas viven mucho más tiempo que la media, en parte gracias a su ADN. Una investigación italiana, publicada en el European Heart Journal, muestra que podría ser posible replicar este "don genético" incluso para aquellos que carecen de él. Los autores consideran que ahora está abierto el camino hacia un modelo de terapia innovador, capaz de prevenir y combatir las enfermedades cardiovasculares a través de un rejuvenecimiento real de los vasos sanguíneos.
El estudio, realizado por el IRCCS Neuromed, el IRCCS Multimedica y el Departamento de Medicina, Cirugía y Odontología de la Facultad de Medicina de Salerno de la Universidad de Salerno, con el apoyo de la Fundación Cariplo y el Ministerio de Salud de Italia, se centra en el gen que codica La proteína BPIFB4.
Gen centenario
En el pasado, el mismo grupo de investigación había identificado una variante de este gen, la denominada LAV ('variante asociada a la longevidad'), que prevalece en personas con vidas muy largas, de más de cien años. Ahora, los investigadores han insertado, a través de un vector viral, el gen LAV-BPIFB4 en el ADN de modelos animales particularmente susceptibles a la aterosclerosis y, en consecuencia, a las enfermedades cardiovasculares. "Los resultados –dice Annibale Puca, coordinador de un equipo de investigación en la Universidad de Salerno y en IRCC MultiMedica– fueron extremadamente alentadores.
Observamos una mejora en la funcionalidad del endotelio (la superficie interna de los vasos sanguíneos), una reducción de la aterosclerosis y la disminución del estado inamatorio". En otras palabras, la inclusión del 'gen centenario' en modelos animales ha provocado un verdadero rejuvenecimiento del sistema cardiovascular. El mismo efecto positivo también se logró en el laboratorio, esta vez no insertando genes, sino el reparto de la proteína LAVBPIFB4 a los vasos sanguíneos humanos.
Modelos experimentales
A estos datos experimentales, los investigadores agregaron estudios adicionales realizados en grupos de pacientes. En primer lugar, vieron que un mayor nivel de proteína BPIFB4 en la sangre se asociaba con vasos sanguíneos más sanos. Además, los portadores de la variante genética LAV tenían niveles de proteína más altos. "Este estudio --comenta Carmine Vecchione, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salerno, director de la Unidad de Cardiología del Hospital Ruggi D'Aragona y jefe del Laboratorio de Fisiopatología Vascular en el IRCCS Neuromed– abre el camino a la posibilidad de soluciones terapéuticas basado en la proteína LAV-BPIFB4".
"Por supuesto, se necesitará mucha investigación –admite–, pero creemos que es posible, al administrar la proteína a los pacientes, disminuir el daño cardiovascular debido a la edad. En otras palabras, incluso si una persona no posee esas características genéticas particulares, podríamos ofrecer el mismo nivel de protección".