65ymás
Los ratones alimentados con dietas altas en azúcar desarrollan una colitis peor, un tipo de enfermedad inflamatoria del intestino (EII), y tienen más cantidad de la bacteria que puede dañar la capa de moco protector del intestino, según un estudio de la Universidad de Texas Southwestern (Estados Unidos) publicado en la revista Science Translational Medicine.
La colitis puede causar diarrea persistente, dolor abdominal y sangrado rectal. Además, la colitis está empezando a aparecer en niños, que históricamente no la padecían. Debido a que la prevalencia de la enfermedad es mucho más alta en los países occidentales, los investigadores han considerado la dieta de estilo occidental (alta en grasas, azúcar y proteína animal) como un posible factor de riesgo. Igualmente, se ha encontrado que las dietas altas en grasa desencadenan la EII, el papel del azúcar ha sido más controversial.
Este nuevo estudio apunta al azúcar (particularmente la glucosa encontrada en el jarabe de maíz de alta fructosa desarrollado por la industria alimentaria en la década de 1960 y luego usado cada vez más para endulzar refrescos y otros alimentos) como el principal sospechoso. "La incidencia de la EII también ha aumentado en los países occidentales, particularmente entre los niños, durante este mismo período", según el estudio.
Los investigadores alimentaron a ratones con una solución de agua con una concentración del 10 por ciento de diversos azúcares en la dieta (glucosa, fructosa y sacarosa) durante siete días. Encontraron que los ratones que estaban genéticamente predispuestos a desarrollar colitis, o aquellos a los que se les administró una sustancia química que induce a la colitis, desarrollaron síntomas más severos si se les administraba primero el azúcar.
Los investigadores utilizaron entonces técnicas de secuenciación genética para identificar los tipos y la prevalencia de las bacterias que se encontraban en el intestino grueso de los ratones antes y después de recibir su régimen de azúcar. Después de recibir tratamientos de azúcar durante siete días, los que fueron alimentados con sacarosa, fructosa y especialmente glucosa mostraron cambios significativos en la población microbiana dentro del intestino, según el estudio.
Las bacterias que se sabe que producen enzimas que degradan el moco, como la 'Akkermansia', se encontraron en mayor número, mientras que otros tipos de bichos considerados buenos y que se encuentran comúnmente en el intestino, como el Lactobacillus, se volvieron menos abundantes.
Los investigadores vieron pruebas de un adelgazamiento de la capa de moco que protege el revestimiento del intestino grueso, así como signos de infección por otras bacterias. "La capa de moco protege el tejido de la mucosa intestinal de la infiltración de la microbiota intestinal", explica el estudio. Una mayor abundancia de bacterias que degradan el moco, como 'Akkermansia muciniphila' y 'Bacteroides fragilis', en ratones tratados con glucosa es, por lo tanto, un riesgo potencial para la barrera del moco intestinal.
"Debido a la erosión de la capa de moco, las bacterias intestinales se encontraban en estrecha proximidad de la capa epitelial del intestino grueso en los ratones tratados con glucosa", continúa el estudio. "La ruptura de la barrera epitelial es la clave para iniciar la inflamación intestinal", añaden.
Aunque la glucosa tuvo el mayor efecto, "los tres azúcares simples alteraron profundamente la composición de la microbiota intestinal", informa el estudio. Estudios anteriores han demostrado que la microbiota intestinal de los humanos y los ratones puede cambiar rápidamente con un cambio en la dieta. "Nuestro estudio muestra claramente que hay que tener cuidado con la comida", advierten.
Después de encontrar cambios en la microbiota intestinal de los ratones alimentados con azúcar, los investigadores alimentaron con heces de los ratones tratados con azúcar a otros ratones. Esos ratones desarrollaron una colitis peor, lo que sugiere que la susceptibilidad a la colitis inducida por la glucosa puede ser transmitida junto con la microbiota intestinal destructiva de los animales afectados.