¿Te imaginas que la medicina o vacuna que te ha recetado el médico no hubiese sido probada? ¿Y qué pasaría si sí se ha probado, pero no en población similar a tí, de tu sexo, edad o mismas enfermedades? ¿Cuáles serían los efectos secundarios? No son casos aislados, ni ocurrió solo durante la crisis del Covid, sino que según denuncian diversos geriatras y representantes de especialidades médicas, la exclusión o infrarrepresentación de los mayores en los ensayos clínicos a nivel mundial es "sistemática" . Además, se da tanto en fármacos como en vacunas, pese al progresivo envejecimiento de la población y los intentos de cambiar la situación desde diversos organismos. Una paradójica realidad, que afecta a fármacos tan populares como las inyecciones para diabéticos, Ozempic o Wegovy – con escasa evidencia científica en mayores de 75 años–, tratamientos para el cáncer o el colesterol; y que provoca que se administren medicamentos "a ciegas" en mayores, sin saber su efecto en los pacientes de más edad.
"Aunque la conciencia sobre incluir pacientes diversos es cada vez mayor, los estudios publicados hasta la actualidad muestran que hay una infrarrepresentación de las personas mayores en los ensayos clínicos de la mayoría de fármacos y vacunas que hay en el mercado, especialmente de mayores de 70 y sobre todo mayores de 80 años, explica José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología(@seggeriatria). Además aclara que cuando se les incluye, suele ser en grupos muy pequeños y en individuos que no se parecen a los pacientes reales que van a la consulta, es decir, que están más sanos o tienen una única enfermedad, lo cual no es tan frecuente en muchos mayores entre los que predomina la presencia de 2 a 5 enfermedades de media en cada persona. "Esto complica la administración de cualquier tratamiento a este grupo de edad", añade.
"Se ensayan en hombres de 40 años, pero los usan mujeres de 80"
Y no deja de señalar la paradoja: "Aún siendo los ancianos los grandes consumidores de fármacos, no disponemos apenas información sobre los efectos que pueden tener en ellos o las interacciones con otros fármacos", asegura Navarro. En efecto, la mayoría de los medicamentos son consumidos por personas de más de 60 años, que toman entre 2 y 9 medicamentos diarios, según un estudio del Centro Internacional de Longevidad, que también confirma la infrarreppresentación de los mayores en los ensayos clínicos. Esta situación es calificada de "escandalosa" por Leocadio Rodríguez Mañas, coordinador la Unidad de Ensayos Clínicos especializada en Geriatría y Jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Getafe (Madrid), concretamente en el caso de personas muy mayores y sobre todo en aquellas que tienen discapacidad. "Yo suelo decir que los fármacos se prueban de forma general en varones de 40 años y al final los consumen ancianas de 80", asegura el también director científico del Centro de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (@CIBERFES) del Instituto de Salud Carlos III (@SaludISCIII).
Como consecuencia médicos y geriatras trabajan extrapolando datos de estudios que no se han hecho en sus pacientes y, por tanto, "a veces alguno se lleva alguna sorpresa, como ocurrió en el pasado con efectos secundarios muy graves para un fármaco contra el colesterol que se acabó retirando", nos cuenta Rodríguez Mañas. "Otro problema que tenemos son los cambios que se producen con el envejecimiento, es decir, el tiempo que tarda un fármaco en conseguir la concentración activa en sangre, en eliminarse, saber cómo interactúa con otros... es totalmente distinto en una persona mayor que en una persona más joven, donde sí se prueba".
Fuente: Ensayo clínico sobre diabetes incluido en el Registro español de Estudios Clínicos (REEC)
No solo ocurrió con el Covid, sino que es "sistemático"
Además, confirman que no son casos aislados, como pudo ocurrir con muchas vacunas durante la crisis del coronavirus, en las que se excluyó a los mayores en un 50% de los ensayos clínicos sobre covid-19 en 2020 pese a ser los más perjudicados por el virus, sino que es una práctica que se da en numerosos fármacos, desde los que afectan a enfermedades como la diabetes, la enfermedad cardiaca, diversos tipos de cáncer, párkinson, demencia o EPOC, todos ellos muy frecuentes en mayores. "La verdad es que la infrarrepresentación se da sistemáticamente en todas las enfermedades y muchas veces vamos a ciegas a la hora de recetar un medicamento a los mayores, especialmente a aquellos con más de una enfermedad, que son la mayoría", asegura la geriatra Cristina Alonso Bouzón, miembro de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (@semeg_es). "Al final ocurren muchas más interacciones y muchos efectos secundarios, que son una de las causas más frecuentes de hospitalización. Todo esto se podría evitar si se estudiasen desde un principio en pacientes reales mayores".
Y cuenta el ejemplo de una revisión de estudios sobre fármacos contra la osteoporosis, una enfermedad muy frecuente en personas mayores, sobre todo mujeres, y su complicación más frecuente, las fracturas. "En el 25% de los estudios, un criterio de exclusión era la edad y la edad media de exclusión eran los 75 años. Y en aquellos estudios en los que la edad por sí misma no aparecía como criterio de exclusión, aparecía el tiempo desde la menopausia, el tener deterioro cognitivo o tener problemas de movilidad. Esas tres cosas van a seguir excluyendo a personas mayores" y advierte de los riesgos de la falta de información sobre estos pacientes. "En casos como el famoso Ozempic, que afecta a la composición corporal, es muy importante saber cómo afecta a este grupo de población y saber si produce mucha pérdida de masa muscular o si va a tener un impacto en la capacidad funcional".
Edadismo, costes y complejidad, entre sus principales razones
En opinión de los expertos las razones que explican esta infrarrepresentación son varias. La primera es que la industria farmaceútica busca "datos puros", es decir probar un fármaco sin interacción con otras enfermedades o manifestaciones más complejas, por lo que suelen buscan a testadores sanos y sin apenas patalogías, además de aludir a la "seguridad" de los pacientes o a dificultades procedimentales. Pero, según señalan desde la SEGG "hay otra serie de motivos que hay que poner en cuestión", como el tema de mayores costes o pensamientos edadistas negativos sobre si los mayores seguirán o no el tratamiento durante un número determinado de años que suele ir de los 8 a los 15 años.
"Es probable que incluir a los mayores lleve más tiempo y equipos especializados con más coste, pero a la larga es lo más justo", defiende Cristina Alonso. "Si tu fámaco va a ser consumido principalmente por mayores, habrá que probarlo en un número suficiente de ellos, además de estar atentos a la seguridad y evitar deterioros, que en el caso de los mayores es tan importante o más como la eficacia", opina Leocadio Rodríguez Mañas, quien destaca que el problema real de esta excusión es el edadismo. "Eso supone considerar a la persona mayor no apta para ser incluida en ensayos clínicos, porque se cree que no tienen la capacidad suficiente para aceptar un tratamiento, se piensa que no va a seguirlo o no son suficientemente buenas para participar, cuando la realidad no es así".
Fuente: Representación de pacientes ancianos en ensayos clínicos. Revisión bibliográfica. Rubio López JM. Med fam Andal (2020)
¿Qué dicen las farmacéuticas al respecto?
Desde la Asociación Nacional Empresarial de la Industria Farmacéutica(@Farmaindustria) aseguran a 65YMÁS que están "trabajando en incrementar una mayor diversidad de población en los ensayos a través de la elaboración de una Guía nacional sobre la aplicación de elementos descentralizados en los ensayos clínicos con medicamentos o el uso de la tecnología (como elemento complementario) para tratar de llegar a un mayor número de pacientes". Y es que las posibilidades del Big Data o la Inteligencia Artificial, podrían permitir el cruce de datos y el ansiado "dato puro", según explican los expertos. Pero matizan que "también es cierto que los pacientes mayores suelen tener más patologías, que a veces hace que queden fuera del ensayo". Y se excusan en que todos los ensayos clínicos tienen sus criterios de inclusión y de exclusión, en línea con lo que se establece en el protocolo del ensayo.
"Al final, es el investigador principal del estudio el que valora si esa persona cumple con los criterios y puede o no entrar en el ensayo clínico en línea", aseguran desde la patronal farmacéutica. Al respecto, desde la Sociedad Española de Oncología Médica (@_SEOM) , consideran que "los costes ingentes que supone la realización de un ensayo clínico, y la repercusión de unos resultados positivos o negativos, son los que condicionan de forma clara el diseño. Las principales investigaciones vienen promovidas desde el sector privado y exigen unos resultados económicos favorables", afirma el el doctor Borja López de San Vicente, coordinador de la Sección SEOM de Oncogeriatría y oncólogo del Hospital Universitario Basurto. Hasta 2005, solo se incluyó entre un cuarto y un tercio de los pacientes mayores potencialmente elegibles para ensayos clínicos sobre el cáncer, según un estudio publicado en el Centro Nacional de Biotecnología de la Información de EEUU, pese a que la enfermedad se asocia al envejecimiento.
TOP5 empresas farmacéuticas (por facturación mensual de ventas en farmacia)
Fuente: Health Market Research/ septiembre 2023
De izquierda a derecha: Juan Goñi Iturralde, CEO de Laboratorios Cinfa; Peter Ploeger, director general de Boehringer Ingelheim España; Martín Pérez Segado, director Laboratorios Normon; Rodrigo Gribble, director general de Novo Nordisk España; João Madeira, Country Manager Viatris Spain.
La pelota, en el tejado de las agencias reguladoras
Los expertos consultados coinciden en que son las agencias reguladoras, como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (@AEMPSGOB), dependiente del ministerio de Sanidad, y la Agencia Europea del Medicamento las que deberían tomar cartas en el asunto. "Lo que hace falta es un pacto entre las autoridades reguladoras, farmacéuticas y administraciones sanitarias para que se garantice esta representación", opinan desde la SEGG, quienes aseguran que ya se está trabajando en ello. De hecho, la Agencia Europea del Medicamento creó en 2008 el programa Aumentando la participación de los Mayores en los Ensayos Clínicos. Y el Reglamento Europeo (UE) Nº 536/2014 sobre los ensayos clínicos y colectivos vulnerables recoge que: “con el fin de mejorar los tratamientos disponibles para los grupos vulnerables, como las personas de salud delicada o de edad avanzada, las personas que padecen múltiples afecciones crónicas y las que sufren trastornos de salud mental, los medicamentos que puedan ser portadores de un valor clínico importante deben de ser investigados de forma exhaustiva y adecuada por sus efectos en estos grupos específicos".
Sin embargo, para Leocadio Rodríguez Mañanas, aunque se está haciendo trabajo desde diferentes hospitales y organismos para hacer más estudios clínicos en mayores, resalta que "el problema es que parece que a las autoridades les cuesta un poco dar el paso. Yo supongo que estas cosas hay que hacerlas con mucho cuidado, porque evidentemente no es fácil hacer estos ensayos, pero en los años 50 no hacía falta ningún ensayo para comercializar un fármaco y se consiguió instaurar la norma. Así, que, ¿por qué no imponer en 2025 que haya ensayos clínicos suficientemente probados en mayores, que son los que enferman masivamente?", se pregunta. Cristina Alonso añade que la responsabilidad es compartida entre reguladores, farmacéuticas, sanitarios y los propios mayores, que se conciencien sobre la importancia de participar en los ensayos de medicamentos y vacunas. "Hay que hacer un esfuerzo entre todos". Un punto que apoya el médico jubilado Carlos San Juan, impulsor del movimiento 'Soy Mayor, no idiota', que resalta que es de vital importancia realizar campañas de información sobre el tema para sensibilizar a todas las partes implicadas, quitar miedos, y que los mayores "dejemos de ser conejillos de indias".
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.