Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorEl azúcar se ha convertido en uno de los principales enemigos de la salud, por lo que los edulcorantes cobran una mayor relevancia en nuestra dieta como sustitutos, tanto en casa como en infinidad de alimentos procesados. Sin embargo, constantemente surgen los mensajes que hacen dudar sobre su seguridad y los relacionan con diferentes riesgos para la salud. ¿Realmente los edulcorantes artificiales son seguros?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluye dentro del término “azúcares” aquellos que provienen de frutas y vegetales (fructosa y glucosa); los azúcares provenientes de la leche (lactosa y galactosa) y los azúcares libres que incluyen los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos y bebidas por el fabricante, el cocinero o el consumidor, más los azúcares contenidos en forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de frutas y los concentrados de jugos de frutas. La OMS sitúa el consumo diario de azúcar de una persona, teniendo en cuenta que presenta una constitución con una masa corporal normal, en el 5% de la ingesta calórica, es decir, unos 25 gramos.
El problema es que el azúcar está oculto en muchos de los alimentos que consumimos y podemos sobrepasar fácilmente la cantidad diaria recomendada.Y consumir demasiado azúcar puede generar problemas de salud, como caries, aumento de peso, mala alimentación y aumento de triglicéridos.
Los edulcorantes artificiales o no calóricos son mucho más dulces que el azúcar, con lo que basta una pequeña cantidad para endulzar y por eso apenas contienen calorías. Los efectos y seguridad de cada edulcorante artificial se deben evaluar –y de hecho así se evalúan– individualmente. Entre ellos se incluyen el acesulfamo-K, el aspartamo, la sacarina, los glicósidos de esteviol o la sucralosa, que son entre 150 y 600 veces más dulces que la sacarosa; y el neotame, entre 7.000 y 13.000 veces más dulce. Según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), aproximadamente 500 estudios respaldan la seguridad de estos aditivos.
De hecho, en todo el mundo, los edulcorantes son sometidos a un riguroso proceso de valoración. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y otras entidades como el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios definen los niveles de ingesta diarios aceptables y revisan toda nueva información sobre cualquier problema de seguridad que surja.
La Evaluación científica de mensajes sobre alimentación y nutrición publicada en Nutrimedia recuerda que, como ocurre con todos los aditivos autorizados, estas sustancias han demostrado ser seguras dentro de unos límites de consumo. La evidencia disponible muestra que el consumo de edulcorantes no calóricos, en sustitución de azúcares, mejora ligeramente el control metabólico en los enfermos diabéticos, tanto de tipo 1 como de tipo 2, en programas estructurados y supervisados por profesionales de la salud. Asimismo, su consumo reduce ligeramente (o mantiene) el peso en niños, adolescentes y adultos en programas estructurados y supervisados de control de peso por profesionales de la salud, siempre y cuando se sustituyan en dichos programas los azúcares. La evidencia disponible también muestra que el consumo de edulcorantes no calóricos es probable que produzca un efecto neutro o mínimas variaciones sobre la mayoría de las hormonas intestinales reguladoras del apetito y saciedad.
Si bien, los críticos de los edulcorantes artificiales dicen que producen diversos problemas de salud, como el cáncer, los estudios de otros edulcorantes aprobados por la FDA no han demostrado evidencia científica clara de que exista una asociación con cáncer en seres humanos.
Es importante saber que los edulcorantes bajos en calorías no son, por sí solos, una solución para la obesidad, ya que no eliminan el apetito y deben usarse con moderación. Además, deben formar parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludable que incluya ejercicio físico regular.
Debemos tener en cuenta que los alimentos comercializados como ‘sin azúcar’ no están libres de calorías, por lo que consumirlo aún puede implicar aumento de peso. Tratándose de alimentos procesados, generalmente, no ofrecen los mismos beneficios para la salud que los alimentos integrales, las frutas y las verduras.