La vacuna de AstraZeneca sigue siendo, en Europa, la 'oveja negra' de los sueros contra el coronavirus. Y es que, si bien está probado que es muy eficaz contra las formas graves de la enfermedad, desde que fue aprobada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), no ha parado de suscitar polémica.
Y es algo curioso, puesto que, precisamente estas dosis eran vendidas hace meses, por parte de los propios países de la Unión Europea, como la gran esperanza contra el Covid: son baratas, se pueden transportar fácilmente, utilizan una técnica innovadora –adenovirus– y tienen más de un 60% de eficacia.
Sin embargo, al poco de autorizarse y de confirmarse los primeros retrasos en las entregas, comenzaron los problemas.
Primero, se cuestionó su eficacia en personas mayores, ya que varios países –empezando por Alemania– decidieron no administrarla a este colectivo, porque no se habían hecho suficientes pruebas en los ensayos previos. Y esta medida, tuvo como consecuencia el retraso de la vacunación de los más vulnerables, que sólo podían inmunizarse con las dosis de Pfizer y Moderna.
Más recientemente, también se puso en cuestión la propia seguridad de las dosis de AstraZeneca, tras la aparición de varias decenas de casos de 'trombosis de senos venosos cerebrales', una afección bastante infrecuente. En concreto, estos casos han provocado que más de 10 países europeos –entre ellos, España– hayan paralizado durante 15 días la inoculación de las dosis producidas por la empresa británica, algo que, según expertos consultados por 65Ymás, también podría retrasar, más aún, la llegada de la ansiada inmunidad de rebaño.
Por ahora, la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que no ha recomendado dejar de vacunar con AstraZeneca –tampoco lo ha hecho la OMS–, está estudiando si estos casos tienen relación con la inmunización y, previsiblemente, se pronunciará en breve. De momento, sólo ha asegurado que "los beneficios" de este antivirus son mayores que los riesgos.
En paralelo, otros países han decidido no sólo seguir utilizando esta vacuna, sino ampliar su uso a mayores de 65 años, como Canadá, y dentro de Europa, también Bélgica y Grecia, entre otros, seguirán inmunizando con el suero de la marca británica.
Cabe recordar que los casos de trombosis de este tipo, tengan o no relación con la vacuna, afectan sólo a varias decenas de personas, sobre un total de más de 17 millones de ciudadanos inmunizados con AstraZeneca. "La incidencia de esta trombosis en el conjunto de la población es de entre 10 y 13 casos por millón (antes de la Covid) y los que se han producido son 14, pero en 17 millones", explica a este diario el vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología (@AEV_Vacunas), Fernando Moraga Llop.
"Hay que evitar el pánico"
"Es importante ser precavido. Pero, por otro lado, hay que evitar el pánico, porque esto genera desconfianza. Si la gente no se quiere poner esta vacuna va a ser un problema grave, porque el programa depende mucho de esas dosis. Por ello, creo que es prematuro parar la vacunación. No hacía falta. A mí me la inyectarán el sábado en el Reino Unido –que no ha cambiado los planes– y estoy muy tranquilo", sostiene el investigador de la Universidad de Leicester, Salvador Macip.
Opina como Macip la experta en Salud Pública María Saiz. A su parecer, la decisión de parar la campaña no ha sido correcta. "El principio de prudencia ha surtido un efecto no deseado que es el miedo o las dudas para vacunarse", critica.
Y por esa razón, avisa: "Cancelar el proceso genera, desde la Medicina Preventiva y la Salud Pública, un retraso importante. La sociedad necesita sentirse protegida antes de finalizar este verano para comenzar a retomar sus vidas en todos los aspectos: salud, educación, cultura, economía y un largo etcétera".
La decisión de la Agencia Europea del Medicamento
A pesar de todo, según otros expertos consultados, estos retrasos podrían paliarse en pocos días, cuando la Agencia Europea del Medicamento se pronuncie. Al menos España, según ha anunciado la ministra de Sanidad, Carolina Darias, seguirá su recomendación.
"Hay tres opciones. A) Si se corrobora que la incidencia de trombosis en personas vacunadas no es mayor que la incidencia en la poblacion general, se retomará la vacunación. B) Si se identifica que el riesgo es únicamente en personas con ciertas características –por ejemplo, mujeres de cierta edad, personas obesas, mujeres que usan anticonceptivos orales–, habrá que revisar las indicaciones y contraindicaciones. C) Si se encuentra una relacion causal con una frecuencia mas allá de lo esperado, se podría tener que suspender indefinidamente", argumenta el exdirectivo de la OMS, Daniel López-Acuña.
Aun así, el epidemiólogo reconoce que el daño ya está hecho y tendrá consecuencias. "Lamentablemente, la suspensión cautelar tiene un efecto de generación de dudas y reticencias a la vacunación. Es muy importante transmitir un mensaje de cautela y prudencia, pero no de alarma. Además, inevitablemente, al suspender la vacunación por 15 días, disminuirá el ritmo, y esto agravará el problema de insuficiencia de dosis necesarias para vacunar", adelanta.
"La Agencia tendrá que decidir si retira un lote, porque es el causante, o la vacuna –que sería la situación más dramática y no creo que suceda–, o cambiar el prospecto y que se indique que puede ocurrir de forma muy infrecuente”, pronostica por su parte el inmunólogo Alfredo Corell.
Y, al igual que López-Acuña, este inmunólogo reconoce que estos cambios podrían retrasar la ansiada protección del 70% de la población. “Con estos retrasos, cada vez será más lento. Lo que sí que hay que intentar es llegar es a ese 30% de personas vulnerables, de pacientes críticos y de profesionales sanitarios y, cuando estén todos vacunados, creo que podremos manejar la pandemia de manera mucho más amigable. Pero, la inmunidad de rebaño, nos queda mucho para alcanzarla”, valora.
Por su parte, la inmunóloga del CSIC Matilde Cañelles adelanta que "es bastante improbable" que la Agencia Europea del Medicamento cancele la vacunación. “Todos los científicos estamos esperando que se reanude", señala.
No obstante, si lo hiciese, avisa, “para España sería un golpe importante, porque se estaba administrando en población menor de 55 años que estaba en contacto con muchas otras y podía originar brotes". "Esto retrasaría por lo menos un mes el tiempo que tardaríamos en alcanzar la inmunidad de rebaño”, apunta.
"Guerra comercial"
Finalmente, algunos expertos creen que toda esta polémica –como la que hubo respecto al debate de si dar o no AstraZeneca a mayores– tiene más que ver con la política que con la ciencia.
Es más, piensan que se trata de casos que salen a la luz en un clima de "guerra comercial" entre las diferentes empresas farmacéuticas, apoyadas por los distintos Estados.
"La decisión no tiene una justificación técnica. La frecuencia de estos efectos es casi menor que en la población sin vacuna, así que no está justificada. Lo que hay es, una vez más, un tema de contaminación política, de que nadie quiere complicarse la vida. Además, ni siquiera la propia Agencia Europea del Medicamento ha lanzado ninguna alerta. Hay que investigarlo, pero como se hacen estas cosas normalmente, con un proceso de farmacovigilancia igual que con el resto de vacunas, no sobreactuando", opina el epidemiólogo y profesor de la Universidad de Oviedo, Pedro Arcos.
Además, a su parecer, la decisión de España se basa únicamente en que otros Estados lo han hecho también. "España tiene dos problemas. Nunca ha tenido un criterio propio y siempre ha hecho seguidismo de otros países en temas técnicos. Y, luego, nuestro país nunca ha querido crear comités de expertos. Por tanto, se limita a ver qué ocurre alrededor y a seguir la pauta más conservadora", concluye.