Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorA lo largo del día debemos tomar múltiples decisiones que condicionan nuestra vida en mayor o menor medida. Algunas de estas decisiones se pueden parecer fáciles o banales, como qué ropa ponerse, qué comer, a qué restaurante ir, que canal de televisión, película o serie ver, qué productos de consumo diario comprar… todas ellas repetitivas; y otras más importantes que requieren de una mayor reflexión, como es cambiar de trabajo, plan de pensiones, ir de vacaciones, elegir un electrodoméstico (la oferta es amplísima), etc. Sean del ámbito que sean, tomar decisiones tiene una gran importancia pues, además de representar oportunidades, las decisiones menores y repetitivas también requieren de un esfuerzo, que acaban agotando el cerebro. De hecho, se calcula que tomamos entre 10.000 y 40.000 decisiones al día, a pesar de que solo somos conscientes de un 1%, aunque el resto de las decisiones no pasan desapercibidas para el cerebro.
Si bien lo que podría ser un amplio abanico de oportunidades que facilitan nuestra vida, pueden acabar provocando una fatiga por decisión cuando, según pasan las horas, la fuerza de voluntad para decidir se agota.
En definitiva, la fatiga por decisión es la pérdida de la capacidad para tomar buenas decisiones según avanza el día, o en un breve espacio de tiempo, y el número de decisiones a tomar, lo que hace que cada vez estemos menos preparados y motivados para decir.
La fatiga por decisión suele presentarse en forma de pérdida de concentración, confusión, fatiga mental y cansancio físico que que hacen tomar de decisiones incorrectas, posponiéndolas (lo que puede desencadenar ansiedad), o simplemente no haciendo nada.
Si bien no podemos evitar decidir, sí podemos trabajar para minimizar la fatiga mental que ello produce y mantener un buen nivel de concentración para desempeñar nuestras tareas diarias, ya sean cotidianas o profesionales. Algunas ideas son: