Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa inflamación es una respuesta fisiológica para sanar el tejido del organismo lastimado. Un proceso que empieza cuando el tejido dañado libera determinados compuestos químicos y finaliza cuando la herida sana. En la inflamación crónica, el proceso inflamatorio puede empezar aun cuando no haya lesión, y no termina cuando debería terminar. De. forma que puede ser causada por infecciones que no desaparecen, y puede causar daño al ADN y llevar al cáncer, tal y como indica el Instituto Nacional del Cáncer.
El problema es que no siempre somos conscientes de que estamos desarrollando un proceso inflamatorio, aunque éste sea leve, ya que puede pasar inadvertido durante meses, años o toda la vida y poco a poco va deteriorando el organismo. Si además seguimos una dieta inadecuada con un exceso de grasas saturadas, ácidos grasos o aditivos que estimulan la inflamación, vamos a agravar este proceso que acelera en envejecimiento y acorta la esperanza de vida al facilitar algunas enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, la tiroiditis, la colitis ulcerosa, la psoriasis o una alergia. La inflamación crónica también desempaña un papel integral en el desarrollo y progresión de diversas enfermedades relacionadas con la inactividad y la edad, como la diabetes tipo 2, la arterioesclerosis, la osteoporosis y otras enfermedades crónicas.
Algunos signos que pueden ponernos sobre aviso de que existe una inflamación son la hinchazón, la fatiga, un dolor difuso, un ánimo bajo o una ansiedad continuada, la confusión mental, tener las articulaciones sensibles o problemas digestivos continuados. Si los detectamos, debemos consultar con el médico, así como seguir unos hábitos de vida saludables que nos ayuden a reducir la inflamación subyacente y evitar enfermedades futuras.
Un buen descanso
Las personas que duermen menos de 7 horas tienen más posibilidad de presentar inflamación, obesidad y diabetes. Durante el sueño reparamos tejidos y equilibramos el sistema inmunitario por lo que es recomendable tener un sueño de calidad.
Actividad física regular
Existe una evidente relación entre el sedentarismo, la edad y la elevación de los marcadores inflamatorios. Según diversos estudios, la actividad física regular reduce los biomarcadores de inflamación y genera una adaptación anti-inflamatoria y anti-estrés. Un efecto que puede incluso observarse tras sesiones puntuales de ejercicio moderado.
Estrés bajo control
El estrés perjudica la salud, ya que puede ser responsable de nuestra presión arterial alta, úlceras, colitis o diabetes y también hace que los músculos del cuerpo estén en un estado de alerta más o menos constante, lo que puede desencadenar otras reacciones. Además, la activación continua del sistema nervioso puede incidir en otros sistemas corporales que se vuelven problemáticos. Por ello, los médicos recomiendan ser conscientes de nuestro estado de ansiedad y llevar a cabo prácticas que nos permitan controlarla como la meditación, la respiración consciente y ejercicios de relajación.
Un peso adecuado
Diversos estudios han observado que las personas con obesidad presentan un estado inflamatorio crónico de bajo grado como una consecuencia del incremento en la masa del tejido adiposo, que lleva a un aumento en la producción de mediadores proinflamatorios. Seguir una dieta ajustada en calorías, moderada en hidratos de carbono, abundante en ácidos grasos oleico y omega-3 y pobre en ácidos grasos saturados y trans, así como un consumo abundante de frutas y legumbres parece tener un efecto beneficioso en el estado inflamatorio relacionado con la obesidad y las manifestaciones del síndrome metabólico.