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Incendio de Valencia: la factura psicológica del estrés postraumático
Si no se trata convenientemente, se puede entrar en una especie de autodestrucción
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Ser testigo o superviviente de una tragedia imprime carácter. Y puede hacer una marca para toda la vida. Quien ha vivido una tragedia, una inundación o un incendio, como el ocurrido en Valencia, pueden sufrirlo y de manera sobresaliente.
Muchas de estas personas superan el trauma, se reponen, intentan olvidar lo pasado y reanudan su vida al principio con más o menos normalidad para acabar después, recordando muy de vez en cuando el hecho trágico.
Pero otros muchos, en un porcentaje que salvo en casos concretos no se puede evaluar, no se reponen. El recuerdo es permanente y el miedo se apodera de su vida. Inician entonces un comportamiento permanente de evitación; es decir, intencionadamente evitan circunstancias que recuerden o puedan ser similares a la situación vivida.
"Quien tiene miedo, por ejemplo –nos contaba el profesor Bobes, catedrático de psiquiatría de la Universidad de Oviedo– cambia incluso de patrones de conducta. Vuelve a casa antes de que anochezca, siempre con luz, se cierra a cal y canto y comienza una vida presidida por el temor. En otras ocasiones, por su interés en evitar situaciones lejanamente similares a las vividas, llega incluso a la inactividad. En muchos casos, no puede ni trabajar".
Se puede calcular que cerca de la mitad de la población va a vivir una situación dramática a lo largo de su vida. Porque también debe decirse que esa situación es meramente subjetiva. Ver una muerte o presenciar un atropello puede no significar gran cosa para un testigo, pero sí para otro. De ahí ese elevado porcentaje. Pues bien, de todos ellos alrededor del 15% va a padecer este estrés postraumático que, en mayor o menor grado , va a dificultar su existencia posterior.
Y con una particularidad: que si no se trata convenientemente, el individuo se va encerrando en sí mismo, en una especie de autodestrucción.
Hay que destacar que también depende, en buena parte de la personalidad del individuo. El proesor Bobes nos comentaba que en ocasiones no hace ni falta ser testigo: "Hemos visto casos tan curiosos como quien se salva porque aquel día, enfermo, no pudo ir al trabajo y allí ocurrió la tragedia. En vez de destacar la fortuna de no haber sido la víctima, su planteamiento gira en torno a lo que pudo haber pasado. Y a partir de ese momento, revive la situación, piensa en el destino, en que de la próxima vez no se libra, etc.".
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Síntomas
Las manifestaciones del estrés postraumático pueden ser muy variadas, porque dependen en gran parte de la situación vivida. Tienen, de todos modos, unos rasgos comunes caracterizados como un síndrome de ansiedad. Se inicia con una rememoración constante del hecho vivido. Durante la noche, incluso, en forma de pesadilla o de alucinación. Otra de las características es la irritabilidad o la capacidad de sobresalto. Una voz, un gesto o un sonido puede hacerles reaccionar de forma desmesurada.
"Insisto –afirma el profesor Bobes– en que uno de los rasgos más comunes es la tendencia a evitar todo aquello que les recuerde el trauma. Esa conducta de evitación, les hace retraídos, se ven distintos ('nadie ha vivido lo que he vivido yo') y de ahí a la depresión no hay mas que un paso".
También se repite con insistencia la imposibilidad de concentración, como si cada vez que el individuo reclama atención para algo, lo único que apareciera en su cerebro es el recuerdo del momento trágico
La guerra
El estudio científico de este estrés postraumático es muy reciente. Los casos que indudablemente se producían antes, por ejemplo, en la guerra se llamaban “fatiga de combate”. Ahora, y desde los estudios de la guerra de Vietnam, el estrés postraumático ha entrado de lleno en el ámbito de la psiquiatría.
Para dar una idea de la envergadura del problema, baste citar unos datos manejados en un Congreso de Psiquiatría celebrado en Oviedo. Son datos de la estadística norteamericana que pueden extrapolarse a los países desarrollados:
- Un 23% de los adolescentes han sufrido agresiones físicas o sexuales graves. Uno de cada 5 desarrolló el estrés postraumático.
- El 76% de los adultos ha vivido una situación dramática. El 10% desarrolló el estrés.
- Un 15% de los veteranos de la Guerra de Vietnam sufre el estrés postraumático después de 20 años
- Un 9% de la población urbana sufre este estrés.
- La mayoría de los pacientes psiquiátricos ingresados han sufrido situaciones estresantes graves y un 15% cumple los criterios de estrés postraumático.
Abusos sexuales
Uno de los problemas que desencadenan el estrés postraumático son los abusos sexuales. Como es fácil deducir, niños, mujeres y mayores son los más vulnerables.
En este sentido, la estadística nos informa de algo intrigante: hay como una especial mala suerte. Hay casos de violación en que, pese al estrés y, por tanto, al temor, a las medidas de seguridad, al mirar continuamente de reojo y hacia atrás, esa violación se repite. Hay muchos casos en que la víctima de una tragedia, la que sea, se ve envuelta en otra posterior. No hay explicación. Pero es una constatación estadística.
¿Cuándo aparece?
No se puede establecer el momento en que el estrés postraumático se instala. Es posible que ese recuerdo al principio se mantenga latente y se haga una vida normal y, poco después, meses después, se convierta en una presencia permanente. También puede ocurrir lo contrario: que desde el principio la vivencia reclame su presencia continuada e imposibilite una vida normal.
Lo que sí es importante señalar es que, en ocasiones, ese estrés extremo y prolongado puede dañar estructuras cerebrales, de manera que lo que comenzó siendo un problema psicológico, acaba siendo una enfermedad con lesiones cerebrales.
Las soluciones –no sencillas y, desde luego, no rápidas– se establecen en dos vertientes: por un lado el tratamiento psicológico oportuno, racionalizando la situación de la mejor manera posible y, por otro, puede instaurarse un tratamiento medicamentoso que ayude al paciente a sobrellevar la circunstancia.