Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorUna mamografía a tiempo puede ser la mejor manera de combatir al cáncer de mama. La detección temprana permite que el pronóstico de los tumores en las mamas mejores sustancialmente. Estas son las cuestiones básicas que debes saber sobre este proceso:
¿Qué es? Se trata de una prueba de diagnóstico que consiste en la realización de una radiografía de las mamas. El uso general es para el filtrado y detectar el cáncer de mama en sus fases iniciales. Por ello se realiza normalmente en el contexto de las revisiones ginecológicas aun cuando la paciente no presenta ningún síntoma. En las ocasiones en las que la mujer nota dolores, un bulto, secreción por los pezones, una herida o un sangrado, también puede utilizarse.
¿Es eficaz? Solamente hay que preguntar a los profesionales sobre esta prueba. La evidencia acumulada durante años hace que sea el procedimiento diagnóstico capaz de identificar el 90% de los tumores. Una cifra que saca mucha ventaja a otros métodos complementarios, como la autoexploración con la que apenas de consiguen identificar el 50% de los tumores (ha de hacerse delante de un espejo, palpando de una manera determinada todo el pecho y teniendo en cuenta factores como los días del ciclo menstrual o la densidad del pecho). Y es que la mamografía es capaz de detectar tumores muy pequeños, incluso los que pasan desapercibidos al tacto.
¿Cómo se hace? Las pruebas están organizadas con días de antelación ya que a este momento la mujer debe llegar sin utilizar cremas o lociones corporales, desodorantes ni productos cosméticos ya que podrían alterar la imagen que se obtiene ya que las manchas en las placas que se dibujan pueden llevar a los especialistas a interpretar de forma errónea el resultado. Durante el proceso la paciente esta asistida por un equipo que le ayuda a colocar el pecho en la superficie lisa (con el torso descubierto). Una lámina transparente ejercerá una compresión gradual sobre la mama para conseguir una imagen nítida del tejido, asegurándose que incluso las lesiones más pequeñas queden reflejadas.
La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) recomienda comenzar con las mamografías a partir de los 45-50 años, en mujeres sin riesgo aumentado y mantener el programa de cribado anual entre los 50 y los 69 años.
Por su parte, la Asociación Española contra el Cáncer (AEC) es más prudente y recomienda hacer estos diagnósticos a partir de los 40 años, con una periodicidad anual, y cada dos años superados los 55 años si todo va bien. No obstante, en función de los antecedentes familiares y las circunstancias clínicas de cada paciente, el especialista puede modificar esta recomendación general.