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Científicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) han demostrado que moléculas aisladas de la especie vegetal 'Tropaeolum tuberosum', "Mashua", recolectada en la provincia de Ingavi, en el departamento de La Paz (Bolivia) tienen actividad anticancerígena sobre las líneas celulares tumorales de pulmón, riñón, vejiga y próstata, lo que podría abrir una puerta a una posible nueva terapia contra el cáncer.
Se trata de una especie crece a altitudes de 3.800 metros sobre el nivel del mar, expuesta a condiciones climáticas extremas como suelos pobres, con un pH ligeramente ácido y exposición a radiación ultravioleta. Estas condiciones extremas hacen que la planta genere una serie de moléculas muy diferentes a las que se generan en condiciones normales. Ahora, un equipo de químicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que desde el año 2015 viene trabajando en el aislamiento de moléculas de diversas especies vegetales de la cordillera de los Andes, ha logrado aislar y describir por primera vez estas moléculas.
En su trabajo, publicado en la revista Phytochemistry, los investigadores describen el proceso de aislamiento y caracterización de las moléculas "2-bencil-3-tioxohexahidropirrolo [1,2-c] imidazol-1-ona (1)" y "N-(4-acetil-5-metil-5-fenil-4,5-dihidro-1,3,4-tiadiazol-2-il) acetamida (2)", identificadas en los tubérculos negros de Tropaeolum tuberosum.
Según los autores, estas moléculas tienen actividad anticancerígena sobre las líneas celulares tumorales de pulmón, riñón, vejiga y próstata. "La primera de las moléculas mostró una ligera actividad citotóxica frente a todas las líneas celulares tumorales ensayadas. Por su parte, la segunda mostró un potencial anticancerígeno significativo, matando las células cancerígenas incluso a concentraciones micromolares", han afirmado. Así, han explicado que las moléculas fueron caracterizadas mediante análisis espectroscópicos de resonancia magnética nuclear y espectrometría de masas, y fueron evaluadas por su citotoxicidad y capacidad apoptótica.
El trabajo lo firman los profesores Luis Apaza T. y Ángel Rumbero S., junto a la investigadora Julia Arnaiz Sebastián (UAM), en colaboración con la doctora Andreea Madalina Serban del Hospital Universitario Maria Sklodowska Curie.