Verónica Mollejo
Mayores
La importancia de cuidar un absceso dental: ¿cómo debes hacerlo?
Un absceso es una herida que suele aparecer en la raíz de algún diente y que causa una infección
Caries, llagas, herpes labial, bruxismo, periodontitis… Son muchos los problemas de salud que pueden afectar a tu boca. Uno de los más desconocidos es el absceso dental, una infección causada por otra dolencia que permite que las bacterias penetren en el tejido blando del diente, también conocido como pulpa, que contiene elementos muy delicados como los vasos sanguíneos, los nervios o el tejido conectivo. El contacto con dichos microorganismos puede conducir a la muerte de la pulpa, que a su vez provoca la aparición de pus en la raíz del hueso de la mandíbula, formando una bolsa de líquido que recibe el nombre de absceso.
Entre los síntomas que acompañan a un absceso dental destacan fiebre, hinchazón del rostro o, más concretamente, las mejillas, dolor intenso y persistente de muelas, mal sabor en la boca, inflamación y sensibilidad debajo de la mandíbula, dificultad para respirar, sarpullidos repentinos o sensibilidad al masticar o las temperaturas extremas. Si notas que de repente aparecen varios de estos signos y ue no consigues controlarlos, es muy importante que acudas cuanto antes a tu dentista y, si no es posible, al servicio de emergencias.
Y es que aunque pueda parecer una afección sin importancia, varios expertos han descubierto que su evolución puede ser más grave de lo que parece. ¿El motivo? Se trata de una enfermedad que puede cronificarse e incluso provocar la muerte del paciente. No obstante, este terrible destino es muy poco frecuente y solo los casos más graves corren el riesgo.
La acumulación excesiva de pus y la zona donde aparece la fístula, que puede ser más o menos sensible, puede desembocar en una bacteriemia, es decir, la entrada de bacterias en el torrente sanguíneo que puede causar infecciones metastásicas, una septicemia o un shock séptico, por ejemplo. De ahí la importancia de comenzar un tratamiento cuanto antes y seguir los cuidados precisos. Bajo esta premisa, ¿qué pasos debes seguir en este supuesto?
¿Cómo se trata un absceso dental?
En primer lugar, el paciente deberá obtener un diagnóstico certero, que recibirá por parte del especialista tras responder algunas preguntas sobre los síntomas y revisar las señales de infección de la boca. Además, el dentista suele dar golpecitos suaves en el diente afectado o aplicar calor y frío para confirmar sus sospechas. Sin olvidar las radiografías dentales que muestran el estado real de la dentadura.
Una vez identificado el absceso dental, el paciente deberá comenzar un tratamiento cuanto antes, que podrá basarse en las siguientes técnicas y procedimientos seleccionados por el médico:
- Lo más habitual es recetar el consumo de antibióticos para eliminar con mayor rapidez las bacterias que han causado la infección.
- Además, suele ser preciso el drenaje del absceso, es decir, el dentista realizará un pequeño corte en la herida para eliminar todo el pus. Después, lavará la zona con una solución salina. “Ocasionalmente, se coloca un pequeño drenaje de goma para mantener abierta el área y drenar mientras la hinchazón disminuye”, añaden desde la Clínica Mayo (@ClinicaMayo).
- Si es posible conservar la pieza dental intacta, el dentista puede recurrir a una endodoncia. Con ella retirará el tejido infectado y sellará los conductos, para después colocar una corona que terminará de fortalecerla.
- Aunque el objetivo principal del tratamiento es erradicar la infección y conservar el diente, también es posible que sea necesario su extracción, pero únicamente si es inviable salvarla.
Además de estos tratamientos, el paciente debe seguir a rajatabla una serie de hábitos y cuidados que acelerarán la recuperación y evitarán que el problema resurja en el futuro. Por ejemplo, los dentistas recomiendan enjuagar la boca con agua salada tibia, seguir tomando analgésicos cuando sea necesario, mantener una buena higiene dental, seguir una dieta libre de azúcares y asegurar una hidratación adecuada, pues tener la boca seca aumenta el riesgo de caries.
Eso sí, entre estos cuidados, “no pongas ácido acetilsalicílico directamente sobre el diente o encías. Esto aumenta la irritación de los tejidos y puede provocar úlceras bucales”, tal y como advierten desde la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Siempre es mejor la prevención
No obstante, para ahorrarte todo este proceso, que puede extenderse bastante en el tiempo, siempre es mejor prevenir esta clase de abscesos. Además de tener en cuenta los consejos anteriores, debes dar mayor prioridad al cepillado y el uso del hilo dental, recurriendo a ellos dos veces al día, como mínimo. Aunque lo mejor es hacerlo después de cada comida. En este sentido, también puedes incluir en tu rutina un buen antiséptico o enjuague bucal con flúor que te proporcione una protección adicional contra las caries. Sin olvidar el reemplazo de tu cepillo cada dos o tres meses.
Y, por supuesto, otra forma de mantener el buen estado de tus dientes es visitar a tu dentista con asiduidad, para hacerte alguna limpieza o control que asegure su higiene.