Teresa Rey
Mayores
Todo sobre la dislexia: sus mitos y cómo afecta a los mayores
Es una dificultad del aprendizaje de origen neurobiológico e implica problemas de lectoescritura
La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje de origen neurobiológico. Este trastorno implica alteraciones para leer o escribir correctamente, debido a los problemas que surgen para identificar los sonidos del habla y comprender cómo estos se relacionan con las letras y las palabras. Este trastorno se produce porque afecta a determinadas zonas del cerebro que procesan el lenguaje, de modo que da lugar a ciertas diferencias.
La lectoescritura
Normalmente, este trastorno se comienza a identificar en la infancia, sobre todo en la edad de escolarización, que es cuando los niños empiezan a trabajar la lectoescritura. Antes de ir a la escuela, hay algunos síntomas que pueden indicarnos que algo no marcha bien, como el habla tardía, la lentitud en el aprendizaje de las palabras o los problemas para decir los colores o los números. Una vez en el colegio, los disléxicos empezarán a tener dificultades a la hora de leer, de tal manera que van a un ritmo más lento que el de sus compañeros, les cuesta deletrear, el procesamiento y la comprensión de la escucha se ralentiza, y tardan más tiempo en realizar tareas que implican leer o escribir, entre otras cuestiones.
Los signos que se manifiestan en adultos mayores son muy similares a los descritos, solo que ya no están vinculados exclusivamente al aprendizaje, sino a todas esas capacidades que tienen que ver con la lectoescritura y el uso del lenguaje. De hecho, realmente la dislexia no se llega a curar del todo, pero sí se puede tratar para que todas esas dificultades no se arrastren de una forma tan acusada durante la edad adulta, pues de lo contrario al ser mayores los pacientes siguen presentando algunos problemas en este sentido.
Así, a los mayores disléxicos les cuesta sobre todo leer en voz alta y, de hecho, suelen leer y escribir más lento que el resto de las personas. Por este motivo, tardan más en realizar las tareas que comprenden estas dos funciones. Su capacidad para resumir acontecimientos está mermada, a la par que resolver un problema matemático, aprender un segundo idioma o memorizar en general.
Si este trastorno no se detecta en la infancia, se arrastran problemas importantes que pueden interrelacionar de forma significativa en la vida del adulto, tanto en sus relaciones sociales como en el ámbito laboral. En estos casos, un adulto disléxico va a apreciar que le cuesta leer y que es incapaz de escribir con fluidez, lo que para determinados trabajos puede resultar un inconveniente.
La misma inteligencia
En contra de lo que se suele pensar, las personas que tienen dislexia no presentan alteraciones en sus niveles de inteligencia (de hecho algunas son más inteligentes, pues se esfuerzan en desarrollar sus habilidades al conocer este problema), y no tienen ninguna alteración de tipo cognitivo. Su condición se deriva de un déficit en el componente fonológico del lenguaje, y por ello el reconocimiento de las palabras no es fluido o preciso, se deletrea mal y la capacidad ortográfica es inferior.
Muchas veces, cuando la dislexia no se detecta de forma adecuada, se tilda a las personas que la padecen de vagas, desmotivadas o que no se esfuerzan lo suficiente. Esto, como es normal, afecta durante la infancia hasta el hecho de dañar la autoestima, algo que puede continuar en la edad adulta y que incluso puede acrecentarse si aún no se ha detectado en edades avanzadas. Por ejemplo, pueden surgir síntomas depresivos.
Pruebas en adultos y mitos sobre este trastorno
Si se tienen dudas y una persona mayor considera que tiene dislexia por presentar los síntomas mencionados, en la actualidad existen unos test o pruebas diagnósticas realizadas por profesionales que ayudan a detectarla. Normalmente, cuando no se ha identificado de forma correcta es porque estamos ante adultos que abandonaron la escuela en edades tempranas. También pueden tener carreras universitarias, pero tuvieron que dedicar mucho más tiempo y esfuerzo para conseguir el título.
Los disléxicos necesitarán a lo largo de toda su vida una serie de adaptaciones específicas que les ayuden en su proceso de aprendizaje. Existen programas específicos para ello y libros de lectura adaptados a su nivel. Además, en las pruebas o exámenes necesitan más tiempo para poder realizarlas correctamente.
Otro mito importante relacionado con este trastorno es pensar que los problemas de visión crean dislexia. De hecho, por tenerla no hay más probabilidad de tener alteraciones visuales, según los expertos. Tampoco es algo que surja porque se ha leído poco. Es cierto que cuanto más se haga a edades tempranas más rápido puede ser el aprendizaje en este sentido. Sin embargo, la dislexia surge por una disfunción neurológica y porque el funcionamiento del cerebro es diferente en determinadas áreas.
Del mismo modo, la inversión de letras a la hora de escribir no es el único signo de la dislexia, como se tiende a pensar. Tal y como hemos comprobado, hay otros muchos y las personas que la padecen puede presentar o no este signo que es tan específico. Por lo tanto, hay que hacer una evaluación de todas las manifestaciones.
Para mejorar los síntomas en adultos existen distintos tipos de entrenamiento cerebral, herramientas y técnicas que imparten distintos profesionales.