Mariola Báez
Mayores
Los riesgos del colesterol excesivamente bajo para la salud de las personas mayores
Conocemos el peligro de la hipercolesterolemia pero... ¿qué ocurre cuando “nos falta” colesterol?
La Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon) deja claro que el colesterol es un tipo de grasa natural, presente en todas las células del organismo, que resulta indispensable para su correcto funcionamiento, siempre que se presente en los niveles adecuados.
Es el hígado el responsable de producirlo, pero, también, podemos obtenerlo a través de la ingesta de alimentos en cuya composición predominan estos lípidos.
También es importante saber que existen dos tipos de colesterol, el de baja intensidad o LDL, considerado “malo”, por su capacidad para adherirse a las paredes arteriales y dificultar el fluir normal de torrente sanguíneo, y el HDL, cuya función es precisamente contrarrestar los efectos negativos del primero, transportando su exceso nuevamente al hígado para que pueda ser destruido y eliminado.
El equilibrio perfecto entre lípidos
La mayor o menor presencia de colesterol en sangre influye, en buena medida, en la salud general y, en especial, en la cardiovascular. La Sociedad Española de Arterioesclerosis (@sea_es), advierte que el nivel elevado de grasas es uno de los principales factores de riesgo no solo para el desarrollo de esta enfermedad, que implica el estrechamiento (estenosis) y endurecimiento de las arterias, sino también frente a los accidentes cardio y cerebrovasculares como el ictus.
Está claro que una persona mayor con el colesterol alto, más de 200 mg./dl., debe intentar reducirlo mediante cambios en su dieta y hábitos de vida saludables entre los que no puede faltar el suficiente ejercicio, pero, en ocasiones, mucho menos frecuentes, el riesgo para la salud está no en el exceso sino en el defecto, especialmente si el que se encuentra en niveles mínimos es el colesterol “bueno”, el HDL.
Nada es aleatorio en nuestro organismo y esta sustancia cumple importantes funciones, desde intervenir en la formación de los ácidos biliares, hasta resultar esencial en la producción de determinadas hormonas, como pueden ser las tiroideas.
La causa de la hipercolesterolemia radica fundamentalmente en un exceso de ingestas de alimentos con alto contenido graso, especialmente grasas saturadas y transgénicas, algo que puede solucionarse con un cambio en la dieta, pero el problema resulta algo más complejo cuando se habla de la patología opuesta, la hipocolesterolemia, que implica que los niveles de colesterol son anormalmente bajos.
¿Qué enfermedades están relacionadas con niveles bajos de colesterol?
Que este desequilibrio “a la baja” sea menos frecuente, no quiere decir que sea menos peligroso, porque como señala la Asociación Española de Cardiología (@secardiología) tener el colesterol HDL en cantidades anormalmente bajas, también incrementa las posibilidades de sufrir una dolencia cardiaca. Unos índices inferiores a los 40mg/dl en varones o 50mg/dl en mujeres, es una de las causas frecuentes de desarrollo de síndrome metabólico y, por ello, factor de riesgo de aparición de enfermedad cardiovascular y de diabetes mellitus tipo 2. En este sentido, hay que recordar estudios recientes que establecen la existencia de una clara relación entre la hiperglucemia y la baja presencia de colesterol HDL en sangre.
¿Qué puedes hacer para mantener el colesterol en los índices adecuados?
Son varios los motivos que pueden hacer que, en un momento determinado, el porcentaje de lípidos en sangre no sea el idóneo. Si hablamos del “malo”, siempre es preferible “pecar” por defecto, es decir, no superar nunca los niveles saludables, pero en el caso del HDL su escasa presencia debe ser corregida, lo antes posible, mediante la dieta apropiada que indique el especialista. Puedes tener el colesterol bajo por cuestiones genéticas, por una alimentación que presenta claros déficits en lípidos, o por falta de ejercicio pero también, la anomalía puede desarrollarse por la presencia de algunas enfermedades muy concretas, como el hipertiroidismo, las patologías hepáticas o los problemas derivados de una mala absorción de los nutrientes esenciales.
El HDL se encarga de “atrapar” al colesterol malo para que no se deposite en las paredes arteriales, siendo además, un excelente “agente preventivo” frente a enfermedades circulatorias y accidente derivados de una trombosis.
Un simple análisis determinará si tus niveles totales de colesterol son los adecuados, pudiendo establecer, sin dificultad, los porcentajes adecuados entre “bueno” y “malo en exceso”. Según los resultados, una dieta, que baje el que supone un riesgo y aumente el que tiene efectos protectores, (que pueda incluir, en determinados casos, fármacos o suplementos que ayuden a lograrlo) será probablemente el tratamiento indicado para lograr el doble objetivo.
La solución es relativamente sencilla: para conseguir incrementar los niveles de HDL hay que recurrir a las grasas saludables que nos proporciona la propia naturaleza en forma de alimentos ricos en ácidos grasos beneficiosos (poliinsaturados) como el Omega 3 o el ácido oleico. Aceites vegetales, como el de oliva virgen, utilizado como en crudo como aliño o como elemento de cocción, frutos secos, en especial las nueces, pescados azules o cereales integrales, como la avena o las semillas de chía, se encuentran entre los alimentos más recomendables para lograr subir ese colesterol "bueno" que juega a nuestro favor especialmente cuando el malo ha alcanzado niveles inaceptables.