Victoria Herrero
Mayores
El Complejo Hospitalario de Albacete prueba una técnica para la embolia pulmonar grave
Gracias a este protocolo se reduce el riesgo de que estos pacientes puedan sufrir una hemorragia
El departamento de medicina intensiva del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (@albacetesanidad) está de enhorabuena y todo gracias a una técnica que han probado con éxito en pacientes que sufren una embolia pulmonar grave. Un tratamiento pionero con el que se reduce notablemente el riesgo de que esas personas puedan sufrir una hemorragia durante esa delicada situación de salud. De esta manera y con esta novedosa aplicación, el centro hospitalario manchego ha conseguido situarse entre los cinco hospitales de referencia que cuentan con este innovador protocolo.
Un procedimiento, como explican sus propios responsables, que se logra gracias al abordaje de ese trombo pulmonar por medio de un catéter que reduce el riesgo de sangrado y logra que el paciente vaya experimentando una mejoría en tan solo cuatro horas. Hasta ahora, lo que se hacía cuando un paciente llegaba a urgencias y era derivado a la UCI por una posible embolia pulmonar era administrarle una serie de fármacos para disolver el coágulo de sangre en las arterias. Pero, como explican desde el propio hospital, esto no reducía por sí mismo el peligro de hemorragia, ya que la medicación se repartía por todo el cuerpo y no incidía directamente en la zona afectada.
Lo que se hace con esta técnica es introducir el tubo estrecho hasta el trombo del pulmón y, una vez allí, liberar esos fármacos que acaban por facilitar la circulación sanguínea. "De esta manera no solo se reduce el uso de medicamentos para estos casos, hasta un tercio menos, sino que incluso se puede llegar a aspirar ese coágulo", confirman estos doctores del centro manchego.
La embolia pulmonar, muy frecuente entre los mayores
Un trombo es, en palabras de la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon), "un coágulo de sangre que se forma en un vaso sanguíneo y permanece allí". Sin embargo, si esa masa de sangre se desplaza hacia otro sitio distinto del que se originó, entonces tenemos lo que se conoce como embolia.
Hablamos de una afección que lleva a estos pacientes a visitar la zona de urgencias con síntomas de fatiga, dolor torácico e incluso, en algunos casos, con una pérdida de conocimiento. Estas son las consecuencias finales de un trombo que se inicia en la pierna. Desde allí se desplaza por el cuerpo y acaba por obstruir una arteria pulmonar, impidiendo el suministro de oxígeno y de flujo sanguíneo a los tejidos de alrededor. Hablamos de una obstrucción que también se puede dar en la circulación cerebral y en la zona intestinal o renal, entre otras.
Una situación que se origina por diversas causas, ya sea tras un largo reposo, una reciente cirugía, un problema genético de coagulación o por los efectos secundarios de algunos fármacos. Distintos orígenes, en todo caso, para hablar de una patología que afecta cada año a cerca de dos personas por cada 1.000 habitantes.
El sedentarismo, uno de los principales factores de riesgo
Si una persona mayor lleva una vida en la que apenas se mueve, tiene hipertensión arterial, muestra un cuadro de diabetes, no cuida su peso y encima sigue fumando, no sería raro que un día le diera un trombo y, como consecuencia, este pudiera derivar en una embolia. Un riesgo que también se observa en aquellas personas mayores que, pese a no tener estos antecedentes, padezcan una fibrilación auricular, es decir, un tipo de arritmia cardíaca. En este último caso, la mejor prevención pasa por seguir un tratamiento anticoagulante para evitar que, con los años y la evolución de esa enfermedad, pueda sufrir la aparición de un coágulo.
De no cuidarse, es entonces cuando esa persona muestra un estado donde se reconocen ciertos síntomas, además de los antes destacados, como dificultad para hablar, dolor intenso en el abdomen con sangrados, una coloración tirando a oscura en las extremidades o pérdida de fuerza en las mismas, entre otras.
Para evitarlo, sobre todo en las personas con un alto riesgo, es importante llevar a cabo una serie de acciones saludables. Así, estos expertos en la salud del corazón recomiendan seguir una dieta lo más sana posible, controlar el peso, mantener la tensión arterial en unos niveles óptimos y hacer algo de ejercicio físico de forma regular. Y una cosa más, es hora de olvidarse del cigarrillo.
Si pese a estos buenos hábitos notamos que el color de nuestros dedos cambia, que sentimos frío en las manos o en los pies sin una causa aparente o que tenemos un dolor que no obedece a ninguna patología concreta, lo mejor es acudir cuanto antes a la consulta del médico. Incluso si no se dan estas señales de alarma, no viene mal que de vez en cuando, y sobre todo a partir de cierta edad, que acudamos al cardiólogo para una revisión rutinaria.