Mariola Báez
Medicina general
Carboxiterapia para combatir la celulitis y rejuvenecer la piel: ¿funciona?
Descubre las aplicaciones de uno de los tratamientos médicos estéticos menos invasivos del momento
La carboxiterapia es una técnica no quirúrgica que se basa en el aprovechamiento de la acción que el gas de dióxido de carbono (C02) ejerce en el organismo, utilizándolo con fines estéticos y terapéuticos. La Sociedad Española de Medicina Estética (@SEMEstetica) explica que los distintos tratamientos que ofrece consisten en hacer llegar ese gas a las zonas que se quieren tratar, mediante una serie de microinyecciones subcutáneas que persiguen objetivos muy concretos.
Mejorar la mircrocirculación sanguínea de un área predefinida, “romper” la membrana de las células grasas para reducir la presencia de tejido adiposo, evitar la flacidez y favorecer el rejuvenecimiento de la piel, tanto del rostro como del cuerpo, son las cuatro líneas de actuación en las que se centra la carboxiterapia actual.
A diferencia de otros tratamientos, en los que se inyectan sustancias de relleno como el colágeno o el ácido hialurónico, en la carboxiterapia lo que llega al organismo es gas carbónico, un tipo de dióxido de carbono de uso medicinal con características propias, pero muy similar al que nuestro propio organismo genera al respirar. Esta es la razón por la que la técnica resulta poco agresiva. Mediante aparatología específica y finísimas agujas, se consigue que el gas llegue y actúe a nivel intradérmico.
Principales aplicaciones de la carboxiterapia
Es importante señalar que la carboxiterapia es un procedimiento médico que siempre debe realizarse en centros especializados. Allí donde se aplica, el C02 provoca un efecto vasodilatador inmediato, "obligando" al organismo a enviar a la zona una mayor cantidad de oxígeno para contrarrestar su presencia. El resultado es un incremento en la microcirculación que puede resultar efectivo, por ejemplo, a la hora de tratar problemas de varices, arañas vasculares o retención de líquidos. La circulación mejora, oxigenando los tejidos y favoreciendo el retorno venoso.
La carboxiterapia también ha demostrado su efectividad a la hora de combatir problemas de celulitis y flacidez. El gas carbónico, inyectado en puntos donde la grasa se acumula, favorece la lipolisis, es decir, la movilización y la eliminación de los adipocitos que forman esos cúmulos grasos resistentes a la dieta y el ejercicio.
Esa oxigenación extra que implican los tratamientos de carboxiterapia es lo que puede mejorar notablemente el aspecto de la piel, eliminar pequeñas arrugas, estrías o cicatrices, y corregir problemas de “descolgamiento” (papada, párpados caídos, pérdida de definición del óvalo facial…).
Por último, también se puede emplear en aquellos casos en los que la alopecia está relacionada con una microcirculación deficiente bajo el cuero cabelludo, la carboxiterapia puede ofrecer buenos resultados.
En general, cualquiera de estos tratamientos requiere cierta constancia. Son necesarias unas 15 o 20 sesiones para comprobar sus beneficios. Este tipo de tratamientos, en general, no suelen presentar contraindicaciones o efectos secundarios. No obstante, antes de someterte a alguno de ellos, la consulta con un profesional médico estético es imprescindible para analizar tu caso concreto.