Mariola Báez
Medicina general
Dermatosis y otras afecciones cutáneas ligadas a los distintos tratamientos oncológicos
El cuidado de la piel antes, durante y después de la aplicación de cualquier terapia, es fundamental
Aunque los avances en medicina e investigación han conseguido reducir, de la manera notable, los efectos secundarios de los tratamientos aplicados habitualmente contra el cáncer, como la radioterapia o la quimioterapia, estos pueden seguir dándose y presentar distintas manifestaciones.
La piel es en muchas ocasiones el órgano donde se reflejan las consecuencias de esos tratamientos agresivos, pero indispensables para la curación. Como señala la Asociación Española de Dermatología y Venerealogía (@SCAEDV) las distintas terapias oncológicas pueden ser responsables de patologías que afectan a la piel. Sequedad extrema (xerosis cutánea), prurito, ulceraciones o hiperpigmentación son algunas de las más frecuentes y a cada una de ellas, hay que prestarle la debida atención.
El cuidado de la piel durante el tratamiento contra el cáncer
Mantener nuestra piel en buen estado es siempre importante y también cuando se está recibiendo una terapia oncológica. No se trata únicamente de una cuestión de salud, que, por supuesto, es lo más importante, sino también de contribuir a que el ánimo y la autoestima no se vean mermados por las secuelas visibles del tratamiento que la persona enferma puede encontrar poco estéticas.
También el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (@NCIespanol) recuerda la importancia que tiene hablar con el médico sobre los cambios en la piel, las uñas y el cabello que pueden estarse produciendo a consecuencias de las terapias aplicadas. No es solo una cuestión física, también psicológica y emocional.
Tanto la radioterapia, por el efecto que produce la radiación que se dirige a una zona concreta del cuerpo, como la quimioterapia, que puede dañar a las células de la epidermis, pueden provocar sequedad y descamación en la piel, una sequedad que, en los casos más graves, implicaría la aparición de pequeñas heridas y fisuras. En estas ocasiones, intensificar los cuidados dirigidos a hidratar la piel en profundidad son esenciales. Bañarse con agua templada y utilizar jabones oleosos, que posean un pH similar al de la propia piel, son consejos básicos que pueden ayudar a llevar mejor este tipo de efectos secundarios. Las cremas hidratantes en este supuesto son una ayuda imprescindible.
El enrojecimiento y picor (prurito) en una zona determinada es otra de las afecciones frecuentes que puede presentar la dermis durante un tratamiento contra el cáncer. Cuando esta patología se manifiesta de forma extrema, puede ser necesario un tratamiento farmacológico específico paralelo al del propio cáncer.
La dermatosis por déficit nutricional es también relativamente habitual. Generalmente es consecuencia de los problemas digestivos o de falta total de apetito que sufren muchas personas en tratamiento oncológico.
Las erupciones o proliferaciones cutáneas son una de las reacciones frecuentes cuando se aplican algunos tratamientos basados en la inmunoterapia.