Mariola Báez
Medicina general
Diálisis: el tratamiento que suple al riñón en sus funciones ante la insuficiencia renal crónica
¿Cuándo llega a resultar imprescindible?
La diálisis es un tratamiento complejo pero necesario cuando, por distintas causas, los riñones son incapaces de llevar a cabo esa función vital que desarrollan en el organismo, algo que, generalmente, ocurre de forma progresiva.
La Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (Alcer) explica que nuestros riñones se encargan de eliminar el exceso de agua, sustancias de desecho y elementos no deseados como la urea, la creatina o el sodio a través de la orina, es decir, actúan como un filtro natural renovando y "limpiando" el propio torrente sanguíneo.
Cuando el riñón comienza a perder su funcionalidad, pueden surgir los primeros síntomas de lo que puede llegar a derivar en una Insuficiencia Renal Crónica (IRC), una enfermedad que, en sus primeras fases, puede manifestarse con patologías como la retención de líquidos o al sensación de piernas hinchadas.
¿Cómo saber si mis riñones funcionan a pleno rendimiento?
Es importante incluir la visita al nefrólogo entre las revisiones rutinarias que han de realizarse a medida que la edad avanza. Tal como señala la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo (FRIAT), la detección precoz de la IRC puede frenar, en gran medida, el avance de la enfermedad. Pruebas tan sencillas como un análisis de sangre y de orina pueden indicar hasta qué punto el riñón está funcionando correctamente.
Si la insuficiencia renal progresa y los riñones presentan un deterioro que haga que solo puedan cumplir su función de filtrado en un 5%-15% de su capacidad total, es necesario un tratamiento que cubra el tanto por ciento restante y eso es lo que se consigue con la diálisis.
Eliminar las sustancias de desecho del organismo es una necesidad vital. Si los riñones no pueden “limpiar” la sangre que circula por venas y arterias, la posibilidad de un trasplante es una opción. Cuando esta no es posible, al menos temporalmente, la diálisis se presenta como el único tratamiento eficaz para conseguir realizar la función renal de manera “externa”.
Actualmente existen dos tipos de diálisis: la hemodiálisis, una técnica en la que es una máquina la que extrae la sangre del paciente y, tras depurarla, la devuelve de nuevo al organismo, y la diálisis peritoneal. Esta última, menos conocida, permite el filtrado sin extraer la sangre del cuerpo, porque recurre, para lograrlo al peritoneo, la membrana que cubre la cavidad abdominal. Tras una pequeña intervención, se introduce un catéter en esta membrana para hacer posible el intercambio entre las sustancias de deshecho y el líquido de la diálisis que posibilita la depuración de la sangre. Ese líquido, que ha recogido las impurezas, debe extraerse y renovarse entre 3 y 5 veces al día.
Ambos tipos de diálisis son tratamientos complejos, que no solo provocan cambios físicos sino, además, serias alteraciones emocionales. Hay que recordar que una persona que tenga un tratamiento de hemodiálisis deberá acudir una media de tres veces en semana a un centro de diálisis o unidad hospitalaria especializada para permanecer, tres o cuatro horas, “conectado” a la máquina que hace posible eliminar las impurezas de su torrente sanguíneo.