Mariola Báez
Medicina general
Agnosia: cuando lo familiar se vuelve extraño
Es un síntoma del Alzheimer y otras enfermedades que es importante tratar de forma correcta
Según recoge la Fundación Reina Sofía, la agnosia podría definirse como la incapacidad para reconocer el mundo que nos rodea a través de los distintos sentidos, aunque estos no estén afectados por dolencia o patología alguna.
La agnosia no es, exactamente, una enfermedad en sí misma, sino una anomalía asociada a alguna dolencia que, en muchos casos, tiene un origen neurológico. Los órganos sensoriales funcionan correctamente, pero el cerebro, por algún motivo, es incapaz de reconocer esas señales recibidas en forma de olores, imágenes o sonidos concretos.
¿Quién puede sufrir agnosia?
Como señala la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer Tierra de Barros (@AlzTierraBarros), la agnosia es uno de los signos característicos y más frecuentes de las demencias neurodegenerativas, aunque también uno de los menos conocidos. No es sinónimo de pérdida de memoria o amnesia, ni se trata de un síndrome de confusión aguda (SCA), también conocido como “delirio”. En realidad, es un problema cognitivo que se traduce, como aclara la Federación Española de Daño Cerebral (@fedaceorg), en la incapacidad para reconocer los estímulos que llegan del exterior, aunque en principio no exista impedimento que justifique este hecho.
La anomalía es propia de las fases avanzadas de la enfermedad de Alzheimer, pero no de manera exclusiva. El daño cerebral generalizado o aquel que pueda producirse por una lesión en un área concreta también pueden provocarla. Aunque suele manifestarse principalmente en adultos mayores con deterioro neurológico, cualquier persona podría sufrir agnosia por causas diversas, desde un traumatismo craneal, hasta un accidente cerebro vascular o ictus.
Según la zona del cerebro afectada, existen distintos tipos de agnosia que pueden presentarse de forma conjunta. Es decir, una persona puede sufrir varios al mismo tiempo o incluso de forma individual. Las agnosias más frecuentes son:
Visual
Implica no reconocer las imágenes que llegan a nuestro cerebro, desde una fotografía o un objeto de uso cotidiano, hasta el rostro de los familiares e incluso el propio al mirarse en un espejo. Las consecuencias de la agnosia visual son tan duras como evidentes. El hecho de no reconocer un objeto implica desconocer su utilidad, algo que incrementa el nivel de dependencia de una persona enferma. Un ejemplo: si la agnosia hace que no sepas qué es y para qué sirve una esponja y una pastilla de jabón, la higiene y el aseo diario resultarán realmente complejos.
Por otro lado, el hecho de no reconocer a los seres queridos implica serios problemas psicológicos y emocionales no solo para la persona afectada, sino también para sus familiares y amigos.
Acústica
No identificar los sonidos, desde las propias palabras, hasta ruidos absolutamente corrientes: el ladrido de un perro, la bocina de un coche, la melodía de un instrumento musical…
Tacto, gusto y olfato
Precibir texturas, olores y sabores y ser incapaz de reconocerlos es algo que resulta muy difícil de imaginar y que experimenta a diario una persona que sufre una agnosia de este tipo, siendo imposible ponerle nombre al alimento que está comiendo o de expresar si el tacto de la prenda de ropa que lleva puesta le resulta suave o áspero, por ejemplo.
¿Cómo actuar ante la agnosia? ¿Existe tratamiento?
Las terapias específicas que tienen como objetivo conseguir frenar los signos de agnosia siempre estarán incluidas como parte del tratamiento de la enfermedad que los origina (ictus, traumatismo y daño cerebral, alzheimer…). Llevar a cabo estas terapias es fundamental no solo para paliar en lo posible los problemas que la agnosia crea a quien la sufre, sino también para evitar que la incapacidad para reconocer imágenes o sonidos cause un mayor deterioro físico y mental.
Los ejercicios adaptados a cada tipo de agnosia y a las características personales de cada paciente son esenciales para mantener la autoestima y la calidad de vida. Reconocimiento de formas y colores, búsqueda de similitudes y diferencias entre dos imágenes, identificación de expresiones faciales, recordatorio de los nombres de los familiares que aparecen en una fotografía, imitación y repetición de sonidos, identificación mediante el tacto de objetos cotidianos, reconocimiento de olores... Ejercicios sencillos que, dirigidos por terapeutas especializados, pueden suponer una ayuda inestimable a la hora de frenar el avance de la agnosia.
Sin duda, una de las manifestaciones más duras que puede presentar esta patología es la incapacidad para reconocer a familiares y amigos. La Fundación Alzheimer España (@AlzheimerEsp) explica que esto es algo que puede ocurrir en algunas personas y en las fases más avanzadas de la enfermedad. Señala que, en general, la agnosia no es un trastorno de conducta grave o peligroso, aunque esa falta de reconocimiento resulte un momento realmente difícil de superar.
Si esto te ocurre con algún familiar, es importante confirmar que se trata de una situación de agnosia, es decir, que la persona oye y ve perfectamente, sin que tenga un problema físico que justifique la incapacidad de identificación. Por supuesto, se trata de un síntoma de una enfermedad por lo que cualquier enfado o reproche está fuera de lugar. En cambio, hablar con ese familiar que padece aganosia, repasar juntos nombres y situaciones, tal vez ,viendo antiguas fotografías puede ser de gran ayuda pero siempre sin presionar o agobiar, para evitar crear un estrés innecesario que agravaría la situación personal del enfermo.