Mariola Báez
Medicina general
¿La artritis reactiva puede afectar a los adultos de más de 60 años?
Esta extraña enfermedad es más frecuente en varones menores de 50 años, pero puede volverse crónica
Así lo confirma el American College of Rheumatology (@ACRheum) que explica que la artritis reactiva suele manifestarse en periodos de corta duración especialmente entre varones con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años.
Aun así, esta enfermedad, que sigue siendo una gran desconocida, puede afectar tanto a niños y adolescentes, como a personas mayores, aunque el número de casos en entre estos segmentos de población es notablemente inferior.
¿Qué es la artritis reactiva?
Hasta hace unos años también era conocida como Síndrome de Reiter. La particularidad de este tipo concreto de artritis es que surge tras una infección, normalmente de carácter intestinal o génito-urinaria, aunque la persona que la padece no haya tenido antes síntomas de enfermedad reumática. La Fundación Española de Reumatología (@SEReumatologi) describe sus características especificando que en la artritis reactiva se unen a los síntomas propios de la artritis, como la inflamación de las articulaciones, otros con las que, en principio, no tiene conexión alguna, como son: molestias e inflamación en áreas determinadas de los ojos, algo propio de patologías oftalmológicas como la conjuntivitis o la uveítis y, también, inflamaciones en el sistema urinario o aparato reproductor, especialmente en la uretra.
¿Ojos, dolor articular y patología urológica? Son tres dolencias que, aparentemente, no están relacionadas pero que, en este caso, dan forma a una enfermedad concreta cuyos síntomas pueden incluso ir más allá, presentado, además, lesiones cutáneas y llagas o úlceras bucales.
¿Cómo puede diagnosticarse esta enfermedad?
Ante síntomas tan diversos y entremezclados no resulta sencillo establecer un diagnóstico de artritis reactiva. Además, hay que tener en cuenta que sus primeras manifestaciones dolorosas pueden aparecer transcurridas entre 1 y 3 semanas una vez superada la infección que probablemente la desencadenó, como puntualiza la Arthitis Foundation (@ArthritisFdn), algo que complica, aún más, esta compleja situación.
Se sabe que es una infección bacteriana la que provoca esta particular artritis y se cree que en su desarrollo también influyen distintos marcadores genéticos. Algo que explicaría la evidencia de que no todas las personas que atraviesan y superan un proceso infeccioso acaban contrayéndola.
Infecciones urinarias, enfermedades de transmisión sexual, infecciones intestinales, como por ejemplo la que provoca la bacteria salmonella… son solo algunos de los procesos que pueden derivar en casos, por suerte poco frecuentes, de artritis reactiva.
Descubrir el microorganismo responsable de la infección originaria, a través de análisis de sangre y cultivos de orina, suele ser el primer paso para confirmar un diagnóstico, aunque, dado que pueden pasar semana hasta que la artritis se manifieste, no siempre es posible determinarlo. Las distintas pruebas también incluyen el estudio del líquido sinovial de la zona articular donde se manifiesta la dolencia y cualquier otro examen que el especialista considere que puede aportar información sobre la patología reumática.
Síntomas y principales tratamientos
Además de todos aquellos propios que afectan a los ojos (conjuntivitis) y al tracto genital o urinario, la artritis reactiva se caracteriza por la aparición del dolor y la inflamación de manera repentina (sin que haya existido un golpe o traumatismo previo). Esos síntomas se centran generalmente en las extremidades inferiores, sobre todo en las articulaciones de la rodilla, el tobillo y el pie, aunque las molestias pueden extenderse a otras zonas.
En la mayoría de los casos esta artritis no afecta a los órganos internos. Ese dolor inexplicable, cuando se daba por superado un proceso infeccioso, es lo que puede poner sobre aviso ante la posibilidad de estar siendo afectado por esta enfermedad, sobre todo si va acompañado de síntomas oculares (dolor, picor, enrojecimiento) y unido a molestias como dolor al miccionar.
En cuanto a las opciones de tratamiento, son variables y pueden incluir distintos fármacos según donde se centren las manifestaciones más graves de la enfermedad (ojos, uretra, articulaciones). El médico tendrá en cuenta, además, las particularidades de cada persona afectada. En el caso de los adultos mayores es importante conocer si siguen algún tipo de tratamiento específico, sobre todo aquellos que incluyan anticoagulantes, para evitar una interactuación que pudiera resultar perjudicial.
Como ocurre con otras artritis, los antiinflamatorios no esteroides (AINES) son uno de los fármacos más utilizados para intentar combatir el dolor y la inflamación, unos medicamentos que podrían estar desaconsejados en determinados casos (anticoagulantes). Si tras los correspondientes análisis, se detecta que persiste algún grado de infección bacteriana, también es probable que se recurra a la administración de antibióticos. En casos específicos, el uso de corticoides también podría resultar necesario. Como medida general, el reumatólogo determinará la necesidad de reposar lo suficiente, para lograr reducir el proceso inflamatorio y aliviar la sensación dolorosa que provoca.
Cuando en lugar de tratarse de un episodio puntual, la artritis reactiva se considera crónica, los especialistas establecerán un tratamiento continuado con fármacos antirreumáticos precisos que permitan un mayor control de la enfermedad y logren, en el mejor de los casos, modificarla, para que sus efectos negativos incidan lo menos posible en la salud de quien la padece.