Mariola Báez
Medicina general
¿A qué se refieren médicos y expertos cuando hablan de morbilidad y comorbilidad?
Son conceptos aplicables, especialmente, a aquellas enfermedades que afectan a las personas mayores
Morbilidad y comorbilidad son palabras que hacen referencia a dos ideas distintas, ambas relacionadas con la salud, tanto a nivel individual como colectivo. Ninguna tiene que ver, en principio y directamente, con la mortalidad y sus índices.
El término morbilidad se utiliza por médicos e investigadores en dos sentidos. El primero, como explica la Clínica Universidad de Navarra (@ClinicaNavarra), indica todas aquellas complicaciones que pueden derivarse de un procedimiento médico y que tendrán consecuencias negativas para la salud. Podrían hacer referencia, por tanto, a los efectos secundarios de un tratamiento farmacológico, de una prueba diagnóstica, de una intervención quirúrgica…
En algunas ocasiones (y en algunos países), morbilidad también se emplea para señalar un índice (tasa de morbilidad), que mide la incidencia de una determinada patología, es decir, el porcentaje de población que se ve afectada por ella en un periodo de tiempo determinado. Generalmente, es un término utilizado en estudios que persiguen objetivos de salud concretos, como descubrir las causas que desencadenan el desarrollo de una enfermedad en un segmento de población para, de esta manera, obtener conclusiones que permitan dictaminar medidas preventivas.
¿Qué es la carga de morbilidad?
Entender la morbilidad como las consecuencias para la salud y para la esperanza de vida derivadas de una enfermedad o lesión y conocer su tasa, en relación a una población determinada, arroja importantes datos a la hora de descubrir los factores que pueden provocar su incremento. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (@OMS_es), desde hace unos años, evalúa la carga de morbilidad en el conjunto del planeta, para obtener una imagen completa de la salud en el mundo. Para ello, tiene en cuenta este nuevo dato que permite medir la salud real cuantificando las pérdidas de “vidas sanas” en función de la presencia de distintas discapacidades, y no solo partiendo de las estadísticas de mortalidad.
Aunque parezca complicado, no lo es. Hay que recordar el incremento de la esperanza de vida experimentado en los últimos años, especialmente en los países más desarrollados. El descenso en el número de fallecimientos anuales logrado en muchas regiones del mundo, ya no puede ser el único dato válido sobre la salud real. La carga de morbilidad hace referencia a las consecuencias, no mortales, de enfermedades y lesiones, un dato cuyo conocimiento resulta indispensable a la hora de establecer políticas sanitarias realmente eficaces.
¿Y a qué hace referencia la comorbilidad?
El término también está ligado a los avances médicos y al aumento de la esperanza de vida pero, en este caso, hace referencia a una situación, cada vez más común, en personas mayores: la existencia de una patología “principal”, a la que hay que añadir otras enfermedades adicionales o coexistentes.
Es algo muy frecuente a medida que la edad avanza. El paciente que presenta distintas dolencias al mismo tiempo y que, por tanto, requiere distintos tratamientos médicos y farmacológicos que deben administrarse de forma simultánea, supone todo un reto para la medicina actual.
Como indica la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria), a medida que la edad avanza (especialmente a partir de los 50 años), el riesgo de sufrir una patología determinada aumenta, al igual que la probabilidad de desarrollar una enfermedad crónica. Además, no hay que olvidar que muchos adultos mayores que padecen una dolencia diagnosticada presentan, también, fragilidad, por lo que, la comorbilidad queda establecida casi de forma automática. Esta realidad es algo que deberá tenerse muy en cuenta a la hora de establecer los distintos tratamientos que logren una mejora integral de la salud.
¿Qué es el Índice de Charlson?
Tal vez hayas oído hablar de él, aunque ha sido revisado en múltiples ocasiones. Se trata de una escala que intenta medir la comorbilidad, sus consecuencias y el riesgo de mortalidad que pueden implicar situaciones concretas de coexistencia de varias enfermedades en un mismo periodo de tiempo. El índice es una herramienta médica que tiene en cuenta la edad de una persona enferma y las patologías que presenta. Este “test” puede resultar útil a la hora de determinar la evolución de una determinada situación, en la que se da una patología “principal” y otras que se “suman” al cuadro clínico.
Su objetivo es siempre el mismo: obtener información sobre cómo mejorar la salud, con cuidados y tratamientos óptimos, de una persona que sufre distintas enfermedades, especialmente si se trata de un adulto de edad avanzada.
Para lograrlo, los estudios sobre comorbilidad continúan. Como ejemplo, la Sociedad Española de Cardiología (@sercardiologia) hace referencia a uno de los más recientes, que refleja la importancia de estudiar las comorbilidades que puede presentar una persona mayor que ha sufrido un Síndrome Coronario Agudo (SCA) a la hora de establecer un pronóstico y un tratamiento. El estudio señaló que las seis comorbilidades asociadas a un peor pronóstico tras sufrir un accidente cardiovascular de este tipo fueron: insuficiencia renal, anemia, diabetes, enfermedad arterial periférica, enfermedad cerebrovascular y enfermedad pulmonar crónica.
Morbilidad y comorbilidad, dos conceptos claves, que cobran protagonismo como conceptos esenciales en el tratamiento global de la salud.