Mariola Báez
Medicina general
¿Qué es el Síndrome de Wolff-Parkinson-White?
La presencia de arritmias es su síntoma más característico y su nivel de gravedad es muy variable
Fueron los cardiólogos Louis Wolff, John Parkinson y Paul White los que pusieron nombre a esta extraña enfermedad, entre los años 30 y 40 del pasado siglo, cuando descubrieron que un tipo determinado de arritmia tenía un origen hasta entonces desconocido.
El Síndrome Wolff-Parkinson-White (WPW), como explican médicos expertos, tiene que ver con la trasmisión del impulso eléctrico que hace posible la contracción rítmica del corazón, pasando de la aurícula al ventrículo. Ese impulso vital sigue siempre el mismo recorrido, pero cuando este síndrome está presente hay una “vía alternativa”, una anomalía que permite que el impulso llegue más deprisa de lo normal al ventrículo, produciéndose la arritmia cardíaca, concretamente la taquicardia.
Los riesgos del síndrome y sus posibles tratamientos
Las particulares taquicardias que provoca el Síndrome WPW se conocen como taquicardias paroxísticas por reentrada. Activan antes de tiempo el ventrículo y por eso hacen que el corazón trabaje a un ritmo más deprisa de lo normal. Este tipo de arritmias puede detectarse mediante un electrocardiograma y, como explica la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon), resultan identificables porque quedan reflejadas con lo que se conoce como “ondas delta”.
Esta enfermedad tiene generalmente un origen genético y puede manifestarse a cualquier edad, aunque se suele detectar en la infancia o en la madurez, en torno a los 40 o 50 años. No obstante, es importante matizar que pueden pasar décadas sin que el paciente muestre síntoma alguno.
Palpitaciones, mareos, fatiga, dificultad para respirar... Estas manifestaciones, que se presentan de manera esporádica, pueden hacer sospechar de la existencia de este síndrome, cuya evolución es muy diversa. En ocasiones, las pruebas diagnósticas confirman la existencia de esa segunda vía de trasmisión del impulso eléctrico, pero esta no provoca síntomas de importancia. En este caso, solo serán necesarias revisiones periódicas de control.
En cambio, a veces esas taquicardias agravan otras patologías cardíacas, como la fibrilación auricular, por lo que será indispensable un tratamiento para controlarlas o eliminarlas definitivamente. Por otra parte, está demostrado que el riesgo de muerte súbita es mayor en personas con este síndrome que en el resto de la población.
El tratamiento siempre va a depender del estado de salud general de cada paciente y, concretamente, de la presencia de otras cardiopatías. Puede que un tratamiento farmacológico que frene las arritmias sea suficiente para mantener la enfermedad bajo control, pero si los episodios de taquicardia suponen un serio riesgo, habitualmente se recurre a la ablación cardíaca (por radiofrecuencia o crioablación) como método eficaz. En la mayoría de los casos, esto sirve para cicatrizar o destruir el tejido cardíaco donde se encuentra esa vía por la que el impulso nervioso llega a destiempo, alterando el ritmo cardíaco normal.