Mariola Báez
Medicina general
El tratamiento global de la anemia y de la enfermedad renal crónica en el adulto mayor
Una dieta específica es imprescindible a medida que los riñones pierden parte de su funcionalidad
Anemia y enfermedad renal son dos enfermedades distintas, ambas de gran prevalencia en la población de más edad, que, en principio, no tienen que ver una con la otra pero que, a la hora de la verdad y en determinados casos, están íntimamente conectadas. Como explica la Federación ALCER (@FNALCER) nuestros riñones cumplen distintas funciones esenciales para la vida y para el mantenimiento de la salud del organismo. La principal es filtrar y ayudar a eliminar el exceso de líquidos y productos de desecho a través de la orina, pero no es su único cometido. También resultan determinantes en la formación de los glóbulos rojos presentes en el torrente sanguíneo, de ahí que el progresivo daño renal suponga la aparición de anemia con un mayor o menor grado de severidad.
Anemia y enfermedad renal: ¿qué relación existe?
Son varias las causas que pueden hacer que el nivel de hemoglobina (la proteína presente en los glóbulos rojos que permite que estos lleven el oxígeno a todo nuestro cuerpo) descienda. Desde una dieta inadecuada, que no proporcione los suficientes nutrientes esenciales, especialmente hierro y vitamina B12, hasta patologías que implican hemorragias o sangrados frecuentes. Además, hay enfermedades concretas que provocan esa disminución. Una de ellas es la insuficiencia renal crónica, que hace que nuestros riñones se muestren incapaces de producir la cantidad necesaria de eritropoyetina, hormona esencial cuya funcion básica es “avisar” a la médula ósea de la necesidad de producir glóbulos rojos.
La Sociedad Española de Nefrología (@SENefrologia) detalla que la anemia es una complicación frecuente en la enfermedad renal porque los riñones dañados no generan esta hormona en la proporción necesaria, haciendo que los niveles de hemoglobina queden por debajo de 12g/dl., el mínimo indispensable en hombres adultos y mujeres post-menopáusicas para mantenerse salubles. Por debajo de esos niveles, se habla de anemia, una dolencia que puede aparecer en los inicios de la enfermedad renal y cuya prevalencia aumenta en los estadios más avanzados ya que, según datos de esta sociedad, el 90% de los pacientes renales en diálisis la sufren.
¿Cómo tratar la anemia unida a la enfermedad renal?
Este peligroso binomio no solo es frecuente sino que, además, si no se trata de forma conveniente, va a influir claramente en un deterioro general de la calidad de vida de las personas afectadas incrementando las probabilidades de nuevas complicaciones, como el desarrollo de un mayor riesgo cardiovascular.
Tratar la anemia pero intentando, al mismo tiempo, impedir que la enfermedad renal avance, es el objetivo de la actual medicina personalizada. En el tratamiento de esta “doble” patología, los distintos especialistas han de trabajar de manera conjunta, para lograr mantener en lo posible la capacidad de “filtrado” de los riñones sin que la hemoglobina descienda. Para conseguirlo, tener en cuenta las características de cada paciente: edad, sexo, hábitos de vida, presencia de otras enfermedades... y también el estadio de avance en el que se encuentra su enfermedad renal, es básico a la hora de establecer una dieta que colabore en la consecución de ese doble objetivo.
¿Cuál es la dieta ideal para evitar la anemia en la enfermedad renal?
La National Kidney Foundation (@nkf) explica que cuando la causa de la anemia es el deterioro de la función renal, el tratamiento aplicado debe basarse en dos pilares:
- La administración de agentes estabilizadores de eritropoyetina (ESAs), generalmente a través de inyecciones subcutáneas (EPO) que ayuden al organismo a generar los glóbulos rojos que necesita.
- El aporte, mediante la propia dieta y/o suplementos, de cantidades extra de hierro, mineral también fundamental para lograr ese mismo objetivo.
En cuanto a los alimentos idóneos para una persona con anemia a consecuencia de la enfermedad renal, siempre serán los nefrólogos y los expertos en nutrición los que determinen aquellos que pueden aportarle los necesarios nutrientes sin que su ingesta suponga un incremento del daño renal. Puede que un determinado alimento sea rico en hierro y resulte ideal para incluir en la dieta pero, si también presenta un alto contenido en potasio, quizá no sea tan bueno como puediera parecer en un primer momento. Es por eso que el establecimiento de una dieta siempre depende de factores diversos, en especial, del estado de deterioro que presenten los riñones.
Serán los análisis de sangre y las revisiones periódicas que permitan conocer el estado del riñón los que determinen la dieta adecuada con un doble objetivo: mantener el correcto estado nutricional y evitar aquellos alimentos que hagan que aumenten los niveles de determinados tóxicos en sangre (que implicarían una “carga” extra de trabajo para los riñones).
Alimentos ricos en proteína pero en su justa medida (carnes, pescados, huevos…), frutas y verduras frescas, en lugar de productos procesados, que suelen aportar al organismo cantidades extras de sodio, potasio o fósforo, control de la ingesta excesiva de líquidos, grasas mínimas, optando siempre por las más saludables como el aceite de oliva… son solo algunas de las recomendaciones básicas para una dieta que prevenga la anemia contribuyendo, al mismo tiempo, al cuidado de nuestros riñones.