Mariola Báez
Medicina preventiva
¿Puede la anemia ser un factor de riesgo ante la enfermedad de Alzheimer?
Algunos estudios indican que los bajos niveles de hemoglobina inciden en el deterioro cognitivo
La relación que existe entre los nutrientes que nos aporta la dieta que consumimos y la salud en general está más que comprobada, pero estudios recientes se centran, además, en demostrar que también distintas carencias nutricionales pueden afectar no solo a nuestro estado físico general, sino además a la salud de nuestro cerebro y a sus capacidades cognitivas.
Un estudio publicado por la revista Neurology, de la Academia Americana de Neurología (@AANMember), en sus primeras conclusiones señala que los bajos niveles de glóbulos rojos podría ser un factor indicativo de un mayor riesgo de sufrir algún tipo de demencia.
La importancia de la investigación realizada radica en que puede llegar a abrir una novedosa línea de trabajo, en la que profundicen los expertos, y que esté basada en la prevención de la demencia, a través de una dieta que evite déficits nutricionales, especialmente en hierro, principal causa de la anemia.
La alimentación como base para evitar o frenar el deterioro cognitivo leve
Como señala la Fundación Pascual Maragall (@fpmaragall), el deterioro cognitivo leve se manifiesta con algunos síntomas concretos, como ligeras pérdidas de memoria o dificultad de concentración, que son fáciles de achacar al propio del paso de los años, aunque no es as,í porque ese deterioro leve puede que sea la primera señal de la enfermedad de Alzheimer.
Suponemos que el origen del estudio sobre anemia y alzhéimer parte del interés por comprobar cuántas de las personas que presentan algún grado de deterioro cognitivo, tienen, además anemia.
El estudio, dirigido por Kristine Yaffe, supuso realizar un seguimiento, durante años, a más de 2.500 adultos mayores que sufrían anemia. El resultado fue que un alto porcentaje de ellos (18%) acabaron desarrollando demencia.
La conclusión preliminar apunta a que la anemia, que implica además de otras consecuencias, una menor presencia de oxígeno en el organismo (también una menor llegada de oxígeno al cerebro) podría afectar a determinadas áreas cerebrales que rigen distintas funciones, entre ellas, nuestra capacidad para recordar.
Los indicios apuntan a que una dieta adecuada, que proporcione al cerebro todos los nutrientes que necesita su complejo funcionamiento, es básica para mantener su buena salud. Evitar estados carenciales, que lleven a una anemia, podría ser un primer paso para evitar el deterioro cognitivo leve y el alzhéimer.