Mariola Báez
Medicina preventiva
¿Cada cuánto tiempo debe acudir una persona mayor al podólogo?
El buen estado de los pies influye en el conjunto de la salud y en una mejor calidad de vida
No se puede determinar un tiempo exacto que sea el recomendable para acudir a la consulta del podólogo y hacer una revisión rutinaria pero, los expertos apuntan a que debe realizarse al menos una vez al año. Son muchas las razones para hacerlo si tenemos en cuenta que los pies son nuestro punto de apoyo y una “herramienta” esencial en nuestro sistema locomotor, el que nos permite caminar, movernos y realizar nuestra actividades cotidianas.
A medida que cumplimos años, al igual que el resto de nuestro organismo, los pies también experimentan ciertos cambios que conviene tener bajo control para evitar el desarrollo de cualquier tipo de enfermedad. Fascitis plantar, espolón calcáneo, dedos en garra… son muchas las patologías que pueden afectar a los pies y que, detectadas a tiempo, pueden evitarse o corregirse de manera sencilla, con pautas y tratamientos adecuados.
Además, hay grupos de población en los que la visita al podólogo debe ser norma y las revisiones más frecuentes. Es el caso de las personas que padecen diabetes que, tal como señala la Sociedad Española de Diabetes (SEG) deben extremar el cuidado de sus pies, evitando la aparición de cualquier pequeña herida o úlcera que pudiera complicar la salud de los mismos.
Cuándo la visita al podólogo no debe retrasarse
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) hace hincapié en la necesidad que tienen las personas mayores de visitar al podólogo con asiduidad para reducir en lo posible el riesgo de caídas, uno de los problemas más preocupantes en este colectivo.
Las visitas preventivas pueden evitar dolencias comunes que no solo afectan a los pies, sino a otros músculos y articulaciones, desde la rodilla hasta la cadera. Un estudio de la pisada puede darnos pistas sobre si apoyamos el pie de la manera correcta y, lo más importante, de la forma más segura.
Además, hay situaciones en las que acudir a la consulta del especialista puede ser prioritario. Es el caso, por ejemplo, de las uñas encarnadas, que no debemos intentar cortar por nuestra cuenta ante el riesgo de provocarnos una herida. El agarrotamiento de los dedos es otro de los síntomas que indican que es necesario acudir al podólogo sin demora, para evitar que las articulaciones de los dedos de nuestros pies acaben anquilosadas y no puedan estirarse correctamente restándonos movilidad.
Ante cualquier inicio de deformidad, por ejemplo, al comprobar la existencia de un incipiente juanete, o ante cualquier dolor que se presenta al caminar y no detectamos de qué puede ser, el diagnóstico podológico es fundamental para encontrar las causas e iniciar el tratamiento idóneo que mantenga la salud de nuestros pies.