Mariola Báez
Medicina preventiva
Factores y características que hacen que aumente la prevalencia de la fragilidad
Este estado de pre discapacidad, que afecta al 10% de los mayores de 65 años, se puede prevenir
Son estimaciones de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria), que señala que la situación de fragilidad física se caracteriza por una dismunición general de la fuerza, la resistencia y la función fisiológica que hace que aumente la vulnerabilidad, al tiempo que se incrementa el riesgo de desarrollar dependencia.
Que la esperanza de vida ha aumentado y que, por tanto, la población mundial, y en concreto la española, envejece es un hecho contrastado. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (@OMS_es) son claros y señalan que entre el año 2000 y el 2050, el número de personas con más de 60 años se ha duplicado y supondrá el 22% de la población total del planeta.
Los avances científicos y médicos han hecho posible vivir más años, pero lograr mantener la calidad de vida en esa etapa avanzada es el nuevo objetivo. En este sentido, profundizar en el conocimiento de aquellos aspectos que hacen que una persona mayor se “vuelva” frágil, para poder prevenirlos y evitarlos, es sin duda una cuestión prioritaria.
La situación de la fragilidad que afecta a los mayores
Hay que tener claro que la fragilidad y la progresiva pérdida de autonomía no tienen porqué estas ligadas necesariamente al envejecimiento. La prevención frente a determinadas enfermedades, desde la obesidad hasta la hipertensión, el seguimiento de una dieta adecuada y la práctica de ejercicio físico que evite la pérdida de densidad ósea, las posibles caídas y también la disminución de la masa muscular, que deriva en sarcopenia, son los tres pilares que pueden poner freno a la fragilidad, un término nuevo que, en realidad, pone nombre a una situación unida tradicionalmente al paso de los años.
Conocer la relación existente entre las distintas patologías y factores que afectan a la fuerza y a las condiciones fisiológicas ha sido el objetivo de recientes estudios, como el informe PYCAF, llevado a cabo por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (@SEMERGENap). El estudio puede ayudar a establecer una serie de medidas que hacen que la fragilidad no avance. Conseguirlo no es solo una cuestión esencial para lograr mejorar la calidad de vida de las personas mayores, sino también una forma de contribuir a sostener el sistema sociosanitario, ahorrando los costes ligados a la dependencia y la discapacidad.
Algunos datos y conclusiones importantes que refleja el estudio PYCAF, en el que participaron más de 2.400 personas de 65 años o más, son:
- El 22,6% de las personas encuestadas había realizado 16 visitas o más al médico de atención primaria y un 22,3% había tenido, al menos, un ingreso hospitalario al año.
- En cuanto a las enfermedades de mayor prevalencia, detectadas en las consultas de atención primaria que han participado en el estudio, destacan la hipertensión, la dislipemia, la artrosis, la hiperplasia de próstata, la diabetes, la obesidad, las cataratas y la cardiopatía isquémica.
- Casi el 90% de las personas que participaron en la muestra tomaban más de tres fármacos a diario.
- Respecto al deterioro cognitivo analizado a través de las distintas escalas medidoras, un 11,9% presentaba un deterioro leve-moderado y un 1,5% grave. El porcentaje y gravedad del deterioro reflejó su aumento progresivo a medida que la edad se incrementa.
- La prevalencia de la fragilidad, según la escala Barber, fue del 40% en personas de entre 65 y 69 años y de hasta un 83% en los mayores de 90.
- El 9,3% de los participantes en el estudio presentaba bajo peso, frente al 38,7% que mostraba justo lo contrario, es decir, sobrepeso.
¿Cómo prevenir o frenar la fragilidad?
Conocer las características clínicas ligadas a la fragilidad es el primer paso. El segundo es intentar evitarlas para conseguir, de esta manera, no solo vivir más años, sino lograr un envejecimiento más saludable donde prime el bienestar.
Mantenernos activos física y mentalmente, controlar las enfermedades que puedan surgir, llevando un seguimiento y tratamiento adecuados y siendo conscientes de la importancia de la adhesión terapéutica; hacer el suficiente ejercicio y mantener una dieta apropiada son medidas básicas para evitar que los años se traduzcan en un mayor riesgo de fragilidad.
Un programa de actividad física multicomponente, como el que recomienda el Ministerio de Sanidad (@sanidadgob), que incluya ejercicios y actividades que aporten, entre otros beneficios, una mejora en la resistencia cardiovascular, el mantenimiento de un buen estado de la masa muscular y de la propia fuerza, la potenciación de la capacidad funcional y el incremento en la flexibilidad y el equilibrio es una de las medidas básicas para alejar la fragilidad.
Una correcta nutrición, en la que pueden jugar un papel importante los suplementos alimenticios, es también una pieza clave de prevención. En este sentido lo tenemos muy fácil, porque la dieta mediterránea reúne todos los ingredientes necesarios para resultar adecuada y saludable. Vitaminas, minerales, ácidos grasos beneficiosos, fibra, proteína para “alimentar” nuestros músculos, carbohidratos para proporcionarnos la suficiente energía… Lo tiene todo, no solo para prevenir la fragilidad, sino también para detenerla cuando manifiesta sus primeros síntomas, evitando así que avance y se convierta en un estado de pre dependencia.