Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLos genes son las piezas que forman el ADN y sirven para fabricar proteínas, las cuales determinan cómo es y cómo funciona nuestro cuerpo. Todos los seres humanos tenemos una configuración genética muy parecida, pero el genotipo de cada persona es único y hace que ciertas personas estén predispuestas a sufrir alguna enfermedad o, al contrario, las hace menos vulnerables. Sin embargo, el hecho de tener una predisposición a algo no significa que sea nuestro destino. Cada gen se activa (se dice que “se expresa”) o no en función de varios factores. Por ello, si un gen que puede causar una enfermedad no se expresa, la persona portadora de ese gen no la desarrollará. El estudio de cómo afecta el entorno y la historia de una persona a su genoma se llama epigenética.
Del mismo modo que hay genes que pueden causar enfermedades, hay otros que pueden protegernos de ellas, y una de las maneras de propiciar que estos genes se expresen es mediante los hábitos de vida saludables.
La actividad física excesiva puede desgastar huesos y músculos y hacer envejecer el epigenoma (los compuestos químicos que controlan los genes). Es por esto por lo que los deportistas de élite envejecen más deprisa. Sin embargo, elejercicio, en su justa medida, permite que se expresen muchísimos genes que protegen nuestra salud.
Según los estudios, también es importante mantener una dieta equilibrada, comiendo de todo, pero sin excesos. Comer demasiado puede hacer que haya modificaciones en nuestros genes que propicien la aparición de diabetes de tipo 2, de cáncer e incluso de alzhéimer. En especial, se recomienda no consumir grasas trans y saturadas, ya que provocan cambios en la epigenética de los vasos sanguíneos y favorecen la aparición de coágulos, los cuales aumentan el riesgo de ictus, infarto y otros problemas vasculares.
Hay algunos alimentos que son especialmente beneficiosos para nuestros genes, como las bayas (fresas, frambuesas, arándanos...), el aceite oliva, el té verde y la remolacha, porque son ricos en polifenoles, un tipo de antioxidante. También se recomiendan los folatos, que están presentes en acelgas, espárragos y lentejas, entre otros, porque mantienen nuestra epigenética en equilibrio.
Cada vez que una célula se divide, pueden producirse modificaciones en los genes. Normalmente, estas modificaciones se corrigen mediante mecanismos que tiene nuestro propio cuerpo, pero a veces pueden generar complicaciones, como un cáncer. Hay ciertos genes, como el BRCA1 y el BRCA2, que se encargan de reducir la probabilidad de sufrir tumores. Sin embargo, si estos genes se modifican o mutan, pueden incrementar el riesgo de cáncer en lugar de reducirlo.
Para que no se produzcan mutaciones los genes, es importante protegerse de la radiación solar, ya que puede generar cambios epigenéticos en las células de la piel. Por ello, es importante usar protector solar siempre e intentar no salir durante las horas de más sol en verano. También hay que evitar el tabaco, ya que su consumo provoca que la mayoría de los genes que nos protegen contra el cáncer no se expresen y, por tanto, no sirvan de nada. Finalmente, es importante evitar el estrés y la falta de sueño, ya que estos factores pueden provocar un aumento de cortisol, el cual afecta un gen relacionado con la memoria y favorecedor de la depresión y, además, hace que no se expresen los genes que se encargan de mantener nuestras defensas fuertes.