Teresa Rey
Medicina preventiva
Consumir prebióticos naturales es bueno para la Enfermedad Inflamatoria Intestinal
El ajo o la cebolla y probióticos como el yogur, pueden mejorar la calidad de vida en estos casos
La Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII) es un trastorno crónico de la microbiota intestinal que se caracteriza por una falta de diversidad de microorganismos. Este trastorno engloba dos patologías, la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Las dos provocan alteraciones en el organismo, de forma que los alimentos no se digieren bien ni se absorben correctamente los nutrientes, y poseen similitudes clínicas y patológicas. Además no se pueden tener las dos a la vez. En general, la EII está experimentando un auge en España en los últimos años, alcanzando niveles parecidos a los que se presentan en el norte de Europa, según informa la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD @sepdigestiva).
La importancia de la microbiota intestinal
La microbiota intestinal se refiere al conjunto de microorganismos que habitan en nuestro intestino y su papel es fundamental para el desarrollo de la vida de las personas. Si se produce una alteración en esta el impacto sobre la salud es directo. La Enfermedad Inflamatoria Intestinal implica la ausencia de bacterias beneficiosas y necesarias para el buen funcionamiento del intestino que con frecuencia sufre brotes, ya que se su ecosistema se vuelve más inestable.
Los síntomas más frecuentes son diarrea, sangre en las heces, cansancio, dolor abdominal, pérdida de apetito o de peso y fiebre.
Según la doctora Natalia Borruel Sainz, especialista de la SEPD, este trastorno, que cada vez es más frecuente en las consultas de digestivo, puede tener un origen en el estilo de vida occidente actual. “Los estudios apuntan que, en el proceso de industrialización y desarrollo de nuestra sociedad hemos perdido algunos microorganismos que convivían con el ser humano desde tiempos ancestrales y que tenían efectos positivos para la salud”.
Prebióticos naturales y probióticos
Los estudios apuntan a que una de las medidas más efectivas para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas por esta enfermedad es introducir modificaciones en la dieta. En concreto, se habla de incorporar la dieta mediterránea basada sobre todo en fibra y prebióticos naturales (alcachofa, achicoria, cebolla, ajo y semillas, entre otros) y aumentar la ingesta de alimentos probióticos o fermentados (yogures o queso, por ejemplo).
Varias investigaciones han demostrado que la modificación de la microbiota a través de esta medida “es la estrategia que puede tener mejores resultados como ayuda en el tratamiento de los pacientes con EII, así como ayudar a la prevención de la exacerbación de la misma”.
Otra de las actuaciones que se debe adoptar es la supresión de antibióticos que no sean necesarios, ya que estos contribuyen a disminuir la diversidad de la microbiota. Respecto a otras alternativas como el trasplante de heces o la administración de bacterias beneficiosas, los expertos aseguran que aún es necesario investigar más.