Carlos Losada
Medicina preventiva
¿En qué se diferencia la Medicina Occidental de la Medicina Tradicional China?
Conocemos mejor en qué consiste la MTC y cuál es su modo de mejorar la vida de los pacientes
Todos conocemos la medicina occidental, es decir, en la que confiamos nuestra salud, pero muy pocos saben en qué consiste la Medicina Tradicional China (MTC). Esta disciplina no solo es “poner agujas”, sino que va mucho más allá. Para desentrañar qué diferencia a una de otra nos hemos puesto en contacto con Iván Arroyo, técnico superior en Acupuntura y Medicina Tradicional China en el Centro Mushin, que explica: “Hay varias diferencias intrínsecas y extrínsecas entre ambas. Las intrínsecas son aquellas achacables directamente a la práctica de la medicina, mientras que las extrínsecas se refieren a otros parámetros como, por ejemplo, la filosofía o ética con que estas se practican”.
Diferencias intrínsecas
En cuanto a las diferencias intrínsecas, este especialista apunta los aspectos técnicos y prácticos de cada una de ellas, tanto a nivel de diagnóstico como a nivel de tratamiento. “Por ejemplo, el diagnóstico alopático –de la medicina occidental– cuenta con un conocimiento preciso de la fisiología y la bioquímica del cuerpo. La observación alopática implica análisis químicos de la sangre, orina, heces, técnicas de imagen o de medición que ofrecen información completamente objetiva acerca de cantidades, niveles, recuento y presencia de hormonas, compuestos, partículas, virus, bacterias, hongos, masas, etc. Los cuadros médicos alopáticos ofrecen, en general, una revisión de ciertos niveles que, cuando no están entre los parámetros esperados, suponen un problema de salud. Estos procesos son objetivos, porque estudian un nivel medible y comprobable por cualquier persona que tenga acceso a los resultados del análisis, y se consideran confiables, porque eliminan posibles errores humanos empleando tecnología cada vez más avanzada”, detalla Arroyo.
Centro MushinPor su parte, el diagnóstico en MTC tiene sus raíces en momentos históricos en los que la tecnología no permitía ni conocer en tanta profundidad la fisiología, ni permitía análisis tan exhaustivos como los actuales. Además, se desarrolló en un marco cultural en concreto y con un lenguaje y filosofías muy específicos, así que, para empezar, se puede decir que ambas “no hablan el mismo lenguaje”.
“El diagnóstico en MTC se basa en el análisis de las sensaciones subjetivas de la persona, así como las capacidades de observación, olfacción y palpación del practicante. Las sensaciones subjetivas de la persona se obtienen por medio de una entrevista, mientras que se elabora una historia, así que los resultados no son, en esencia, diferentes unos de otros”. En este sentido, la sensibilidad del practicante sí que implica posibles diferencias. Por ejemplo, dos de los elementos claves en el diagnóstico son la interpretación del pulso y la observación de la lengua. “La maestría en estas capacidades depende directamente de la experiencia y la práctica, por lo tanto, los practicantes más avanzados y experimentados llegan a percibir detalles extremadamente sutiles”.
¿Cómo trabaja la MTC?
La MTC clasifica grupos de síntomas que se presentan juntos para definir ciertos cuadros a los que propone un tratamiento. Dichos síntomas pueden no parecer relacionados a priori, sin embargo, se clasifican dentro de un mismo cuadro.
“Por ejemplo, no es raro que acudan a los centros de MTC mujeres que muestran dificultades digestivas como hinchazón, reflujos, dolores de cabeza, molestias en las rodillas, dificultad para perder peso, leucorrea o candidiasis recurrente. Aparentemente, hay muchos factores dispersos y deberían tratarse por diferentes especialistas. Según la MTC, todos los síntomas responden a un mismo cuadro. A esta característica de mirar al cuerpo como ‘un todo’ es a lo que se denomina holístico”.
Contra el desequilibrio
El objetivo de la MTC no es tanto acabar con ciertos síntomas sino recuperar el equilibrio. Si este se repone, los síntomas que lo manifiestan, tenderán a desaparecer. Para ello se aplican técnicas que van desde el masaje hasta la fitoterapia (uso de plantas), pasando por la acupuntura. “Además, la MTC pone mucho énfasis en encontrar la raíz del problema y ponerle solución trabajando sobre los hábitos de vida: comida, bebida, descanso, estrés, materias tóxicas (drogas, alcohol, tabaco), cuestiones emocionales, etc…”.
La medicina alopática que conocemos también tiende a restablecer el equilibrio desde una perspectiva puramente bioquímica. Eso sí, “la forma de entender la medicina alopática de una forma no holística sino altamente especializada obedece a una necesidad: la cantidad de conocimiento por cada especialidad es ingente".
¿Son integrables de alguna manera?
“Los practicantes de MTC no solo han aprendido a entrever en las analíticas parámetros que dan ideas diagnósticas, sino a adaptar la práctica a técnicas y medicaciones más modernas. Por ejemplo, es común el uso de tecnología como el láser para aplicarlo a puntos de acupuntura para estimular la regeneración de tejidos”, explica Arroyo, que concluye apuntando que “la integración es más una cuestión de egos entre los distintos practicantes, que de posibilidades. Bien pensado, cualquiera de los sabios practicantes de MTC del pasado habrían aprovechado cualquier técnica moderna que estuviera en su mano, así como cualquier sabio practicante de la medicina alopática moderna aprovecha cualquier recurso a su alcance para mejorar la vida de sus pacientes”.