Úrsula Segoviano
Medicina preventiva
Esta combinación de fármacos puede prevenir miles de infartos
Investigadores suecos proponen una modificación del protocolo de tratamiento

Un reciente estudio de la Universidad de Lund, en Suecia, propone una modificación en el protocolo de tratamiento para pacientes que han sufrido un infarto de miocardio, con el objetivo de mejorar sus perspectivas de salud.
La investigación destaca que la administración temprana de medicación adicional para reducir el colesterol se asocia a una evolución significativamente más favorable en comparación con la introducción tardía o la ausencia de este tratamiento complementario. Los hallazgos sugieren que la implementación de esta nueva estrategia podría prevenir numerosos infartos, accidentes cerebrovasculares y fallecimientos.
Es importante recordar que las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de mortalidad a nivel mundial, siendo el infarto de miocardio el evento agudo más frecuente. En quienes sobreviven a uno, el riesgo de padecer otro episodio es más elevado durante el primer año, debido a una mayor susceptibilidad de los vasos sanguíneos a la formación de coágulos. La disminución del colesterol "malo" en la sangre contribuye a estabilizar las alteraciones vasculares, lo que a su vez reduce la probabilidad de nuevos eventos.
Más allá de las estatinas
El enfoque terapéutico habitual consiste en la administración inmediata de estatinas de alta potencia tras un infarto. No obstante, la mayoría de los pacientes no logran alcanzar los niveles de colesterol deseados únicamente con esta medicación, requiriendo un tratamiento adicional para cumplir con las metas terapéuticas recomendadas.

Las directrices actuales aconsejan la incorporación paulatina de fármacos hipolipemiantes complementarios. Sin embargo, esta intensificación suele ser demasiado lenta, resulta ineficaz y se produce una pérdida en el seguimiento de los pacientes. Esta problemática fue el punto de partida del estudio liderado por Margrét Leósdóttir, profesora asociada de la Universidad de Lund y consultora sénior de cardiología.
En la investigación, se analizó el pronóstico de los pacientes según la administración temprana (en las primeras 12 semanas posteriores al infarto), tardía (entre las 13 semanas y los 16 meses) o nula de un tratamiento complementario con ezetimiba. Utilizando datos de un registro sueco de 36.000 pacientes que sufrieron un infarto entre 2015 y 2022, el equipo de investigación empleó modelos estadísticos avanzados para simular un ensayo clínico.
Los resultados evidenciaron que aquellos pacientes que recibieron una combinación de estatinas y ezetimiba en las 12 semanas posteriores al infarto y consiguieron reducir sus niveles de colesterol al objetivo marcado de forma precoz, presentaron un mejor pronóstico y un riesgo inferior de nuevos eventos cardiovasculares y muerte en comparación con quienes recibieron el tratamiento complementario de manera tardía o nunca lo hicieron. Los hallazgos sugieren que la modificación de la estrategia terapéutica podría evitar numerosos nuevos infartos, accidentes cerebrovasculares y fallecimientos cada año.
La terapia combinada no se inicia de forma sistemática desde el principio debido a la ausencia de recomendaciones generales en las directrices actuales y a la aplicación del principio de precaución para prevenir efectos secundarios y la sobremedicación. Sin embargo, la administración conjunta de ambos fármacos lo antes posible tras el infarto ofrece beneficios, mientras que no hacerlo implica un mayor riesgo. Adicionalmente, el fármaco estudiado presenta pocos efectos adversos, es fácilmente accesible y económico en muchos países.
Margrét Leósdóttir confía en que los resultados de esta investigación respalden futuras modificaciones en las recomendaciones clínicas. En su hospital en Suecia, ya se ha implementado un nuevo algoritmo de tratamiento para orientar a los médicos en la prescripción del tratamiento hipolipemiante adecuado tras un infarto de miocardio. Como resultado, se ha observado que los pacientes alcanzan sus objetivos de tratamiento de manera más temprana, y a los dos meses del infarto, el doble de pacientes han reducido su colesterol "malo" al nivel deseado, en comparación con el periodo previo a la implementación del nuevo protocolo.